La paja en el ojo ajeno

Supe que en  un pueblito rural del Cibao se apareció una persona hablando acerca de  la reencarnación. Algunos dicen que entendieron, pero otros no.

Supe que en  un pueblito rural del Cibao se apareció una persona hablando acerca de  la reencarnación. Algunos dicen que entendieron, pero otros no.

Ese fue el caso de los esposos Jacinto y Tomasa, que oyendo a Luis hablar de esa filosofía quedaron algo confundidos.

Luis, que vino de Estados Unidos para visitar a su familia, explicaba que la reencarnación es la creencia consistente en que una esencia individual de las personas, ya sea mente, alma, conciencia o energía, adopta un cuerpo material no sólo una vez, sino varias.

Tras oír a Luis, Tomasa, con su peculiar hablar de los campesinos cibaeños, le pidió a Jacinto, mientras montados  en su burra se dirigían a su casa,  que le explicara más sobre lo que era la “reincarnación”.

Jacinto le señaló a Tomasa un caballo y le dijo que ese era su padre, el viejo cascarrabia, que había reencarnado allí. Más adelante vio una chiva y dijo que esa era su tía Juliana, la contentona. Luego le mostró un cerdo gordo y dijo que era su tío, el comilón, que había muerto de una “jartura”;  y luego, mirando  una vaca, le dijo a Tomasa que esa era su prima Luisa, que botó su marido por gordiflona, y  mostrándole un cuervo volando, dijo que ese era Luisito, su primo hermano, del que dudaban de su preferencia sexual.

Durante todo el camino, Jacinto solo se refería a la familia de Tomasa y está le pidió que detuviera a la burra y se desmontaran.

Jacinto le preguntó a Tomasa  que qué pasaba, porque todavía faltaba mucho para llegar a la casa y “caminar a pie por ahí no era aconsejable”.

¿Por qué tenemos que bajarnos de la burra”?, preguntó.

¡Es porque estamos arriba de tu mamá!, exclamó Tomasa enojada.

“Además”, prosiguió Tomasa, “tú eres un sinvergüenza, mentiroso, criticón, malagradecido; te crees mejor que todo el mundo, tú no era na cuando me junté contigo y te hice gente;  espero que cuando te mueras, no “reincarne” en un animal, sino en un político, que solo ve los fracasos de los otros y no los de ellos”, citándole el verso bíblico: “¿por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?

¿O cómo puedes decir a tu hermano: “déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo”?
“Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo y entonces verás la paja que está en el ojo de tu hermano”, (Lucas 6:41-42). 
Miguel Matos es periodista

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