“El que deforeste va preso”

Al momento de estructurar este artículo, tengo ante mí el panorama del Valle de Constanza, con lomas brutalmente afectadas por la mano depredadora del interés humano, sin que los límites que imponen las leyes y la racionalidad, den muestra de…

Al momento de estructurar este artículo, tengo ante mí el panorama del Valle de Constanza, con lomas brutalmente afectadas por la mano depredadora del interés humano, sin que los límites que imponen las leyes y la racionalidad, den muestra de existencia práctica y real.

La ley descansa en su “cómoda” poltrona de lo jurídico teórico, de realidad inaplicable mientras la inacción la destierra al recuerdo. El presidente Danilo Medina Sánchez, en su “visita sorpresa” del pasado domingo 28 de agosto, a Hondo Valle, municipio de Elías Piña, al borde del sur de la frontera , enclavado en su provincia originaria: San Juan, lanzó lo que interpreto como un grito de guerra a la cultura de la deforestación y al daño ambiental sin freno.

Es, en el inicio de su segundo periodo gubernamental, la definición de la política ambiental y señal clara a autoridades y ciudadanos, al expresar: “A partir de ahora, el que se meta a deforestar va preso” mientras lanza un proyecto de rescate de lo que en el pasado fueron zonas boscosas. Lo hace en comunión con agricultores de esa zona, haciéndolos compromisarios de la aventura ecológica. No nos hemos querido dar cuenta, como sociedad, que el deterioro del medio ambiente, atenta contra la existencia y viabilidad de los asentamientos humanos y degrada la calidad de vida.

Hemos visto rellenar humedales para que sus tierras sean “aprovechadas” para sembrar casas, al tiempo que hacen desaparecer la biodiversidad de la zona. Hoy se conocen experiencias aleccionadoras de cómo la reintroducción de especies desplazadas, han logrado aumentar la producción de agua. Los lobos de Yellowstone, parque nacional de los Estados Unidos, constituyen una gran lección.

El “Grito de Hondo Valle” puede significar una declaración de guerra al deporte de dañar la madre naturaleza sin consecuencias. Entusiasma la idea de que Francisco Domínguez Brito, flamante y “recién estrenado” ministro de Medio Ambiente, ha demostrado a lo largo de su carrera como funcionario, una proverbial responsabilidad y compromiso con todo lo que ha sido puesto a su cargo.

Apuesto a él, que con su actitud elegante y personalidad apropiadamente equilibrada, acepta el reto lanzado por el presidente Medina a todo el país, mucho más allá de Hondo Valle. Daños irreversibles han sido cometidos en nombre del desarrollo turístico; enarbolando la bandera de la agricultura; de lo urbano y la vivienda.

Creo llegado el momento de hacer causa común para detener y revertir lo recuperable, del daño con que decenios de acción depredadora han herido la naturaleza nacional. Es imprescindible detener a los que producen carbón para “exportar”; acabar con “proyectos” agrícolas en zonas protegidas y de los “permisos” cuestionables. Educación tiene ahora un reto mayor para que la enseñanza sea instrumento de rescate de la naturaleza, más alma de lo simplemente didáctico. l

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