“¡Hijo mío Absalón¡ ¡Hijo mío¡ ¡Hijo mío Abasalón!

“¡Hijo mío Absalón¡ ¡Hijo mío¡ ¡Hijo mío Abasalón! ¿Por qué…

“¡Hijo mío Absalón¡ ¡Hijo mío¡ ¡Hijo mío Abasalón! ¿Por qué no me morí yo en vez de ti? ¡Absalon, hijo mío¡ ¡Absalón¡”. 2 Sam. 19:1.

El amor de una madre o de un padre,  trasciende la barrera del dolor. Absalón, hijo del rey David, fue su contendor más cruel; quería el poder por encima de su padre. Sin embargo, cuando iba a ser anunciado sobre la muerte de Absalón, las primeras palabras de David fueron: “¿El joven Absalón, está bien?”.

Todos querían la muerte de Absalón, sin embargo, el rey David no pensaba en el enemigo, pensaba en el hijo: “¿El joven Absalón, está bien?”. Si tan solo los hijos descarriados supieran cuán amados son a pesar de sus errores, si supieran cómo sus padres anhelan verlos devuelta.Volver al inicio puede ser el fin de lo que va mal.

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