¿Qué parámetros toma en cuenta la Dirección General de Cine para otorgar recursos a realizadores que se disponen a desarrollar una película? ¿Hay alguna exigencia?No sabemos a ciencia cierta si la nueva Ley de Cine benefició a los productores de la película Lío de falda, que se estrena desde hoy en los cines del país, pero lo cierto es que en la calificación del filme no hay que maquillar mucho para decir que es malo.
Quien quiera ver un cuadro de comedias de televisión puede pasar a verla, pero en esta cinta la estética cinematográfica no solo se pierde en el guión, en esos diálogos de chistes que causan nada o poca risa, sino también en la fotografía, en la musicalización y en las actuaciones, aunque en esta parte Karla Hatton, Raúl Carbonell, o un Elías Caamaño, hacen lo imposible por salvar al elenco.
En pocas palabras, Lío de falda no es más que una obra que un gobernante saliente inaugura “al vapor” sin haberla terminado y mostrando una serie de fallas.
En este filme parece que la industria cinematográfica retrocede a esos tiempos, cuando el séptimo arte local se valía del pobre ingenio, carente de estética y profundidad.
Aún así (con todos los errores ortográficos y los micrófonos del rodaje que salen en pantalla como si fueran los actores principales), para los que entienden que el cine nacional hay que apoyarlo, ahí está Lío de falda, la historia de dos comunistas dominicanos y dos independentistas boricuas que quieren tumbar el gobierno para impedir que República Dominicana sea vendida a unos árabes que quieren hacerse dueños de la isla por el simple capricho de halagar a sus esposas, a las que no pueden complacer en otro aspecto fundamental de la relación porque sufren de eyaculación precoz. El elenco está conformado por actores dominicanos y puertorriqueños, entre los que figuran Phillip Rodríguez, Fernando Rodríguez; Raúl Carbonell, el boricua amigo de Balbuena; Herbert Cruz, destacado humorista boricua; Mía Taveras, Oscar Pérez, quien representa al expresidente Mejía, y Elías Caamaño.
