Los desaciertos de la Amet

Cuando se creó la Autoridad Metropolitana de Transporte (Amet) hubo grandes expectativas relativas al tránsito en la República Dominicana y sin dudas en sus primeros años fueron parcialmente satisfechas ya que al principio los agentes de Amet…

Cuando se creó la Autoridad Metropolitana de Transporte (Amet) hubo grandes expectativas relativas al tránsito en la República Dominicana y sin dudas en sus primeros años fueron parcialmente satisfechas ya que al principio los agentes de Amet realizaron un trabajo que logró impactar a la población y permitió percibir ciertas mejorías. Por ejemplo, el uso del cinturón de seguridad se hizo habitual gracias a las presiones de estos agentes y el uso del celular cuando se conduce se redujo considerablemente por las mismas razones.

Los agentes de Amet gozaban de buena reputación. Tenían fama de incorruptibles y se asumía de ellos un nivel de capacitación más alto que el de los policías comunes. Sin embargo, las cosas han cambiado.

Hoy resulta evidente no sólo la falta de preparación sino además del más básico sentido común de la mayoría de los agentes que están en las calles y su poca capacidad parece inversamente proporcional a su altanería, prepotencia y actitudes abusivas. Usualmente no aparecen cuando son necesarios pero siempre encontramos debajo de los semáforos inteligentes algún agente bruto causando problemas en el tránsito, haciendo perder el tiempo de la gente y con ello impactando negativamente el día a día de los dominicanos.

Por otro lado, los agentes de Amet parecen tener alguna clase de instrucción secreta para establecer una jerarquía en los tipos de contravenciones. Su labor es claramente selectiva y son autoritarios para tratar con faltas cometidas por jovencitos, mujeres solas o personas mayores pero no utilizan las mismas formas para lidiar con insolentes motoristas y choferes de carros públicos que violan la ley en sus narices.

Razonar con ellos es una utopía y hablarles de la Ley 241 les causa tanta sorpresa que parece como si les hablaran en otro idioma.

A todo lo anterior hay que agregar la discriminatoria discrecionalidad en la aplicación de multas, los mal diseñados operativos que están ejecutando en diversas calles de la capital sin algún criterio lógico para seleccionar los vehículos que detienen, la falta de coherencia entre distintos agentes que no se ponen de acuerdo para dar indicaciones a los conductores y por supuesto, la retención ilegal de vehículos por causales que no contempla la ley como la falta de marbete (ilegalidad confirmada en febrero de 2015 por el Tribunal Constitucional).

La gente está cansada de los desaciertos de la Amet y para que la institución pueda recuperar la aprobación que una vez tuvo requiere de una transformación total.

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