Los Rays, un modelo de osadía que rinde

NUEVA YORK (AP) — Sólo un equipo como los Rays de Tampa Bay puede arriesgarse y poner como abridor del primer juego de una serie de playoffs a un novato con apenas una apertura previa.

NUEVA YORK (AP) — Sólo un equipo como los Rays de Tampa Bay puede arriesgarse y poner como abridor del primer juego de una serie de playoffs a un novato con apenas una apertura previa.

Y hay más: que la apuesta le funcione como se sucedió el viernes cuando Matt Moore, el zurdo de 22 años, cubrió siete entradas sin permitir carreras para que Tampa Bay se llevase una victoria 9-0 sobre los Rangers de Texas, los campeones vigentes de la Liga Americana y dueños de una ofensiva con tres hombres que batearon al menos 30 jonrones.

Esto no es suerte, no es obra de la casualidad. Es el reflejo de la personalidad de un equipo que maximiza los pocos recursos económicos que tiene.

«Así es como operamos», dijo el gerente Andrew Friedman tras la apertura de Moore. «Tenemos que conseguir lo imposible».

Los Rays son el reflejo de «Moneyball», el libro cuya versión cinematográfica — con Brad Pitt en el papel estelar— acaba de estrenarse en las salas de Estados Unidos.

El libro de Michael Lewis causó sensación cuando fue publicado en 2003 al sacar a la luz pública los métodos de Billy Beane, el gerente de los Atléticos de Oakland, para mantener competitiva a la franquicia con un bajo presupuesto tras perder a tres de sus mejores jugadores al ser seducidos por ofertas de clubes ultra millonarios.

La sabermetría adquirió otra dimensión, imponiendo el análisis de nuevas estadísticas como OPS, FIP y WAR para determinar mejor el talento y potencial de jugadores.

Apenas un puñado de equipos le exprimían el jugo, pero ahora casi todos cuentan con departamentos especializados que examinan minuciosamente esas y otras estadísticas antes de dar un paso.

Ahora todos saben el valor de no desprenderse de sus selecciones de draft por tratar de adquirir un agente libre para resolver a la ligera un problema.

Así es que estos Rays versión 2011 se han armado para clasificarse a los playoffs por tercera vez en cuatro años, pese a dejar ir o transferir a varios de sus mejores pagados: Carl Crawford, Matt Garza y Carlos Peña.

El bullpen fue desmantelado en su totalidad, desde el cerrador Rafael Soriano hasta los relevistas Joaquín Benoit, Dan Wheeler y Grant Balfour.

Casi de un plumazo, el costo de la nómina se redujo de 77 a 41 millones de dólares, la cual es el segunda más baja en las mayores, lejísimos de lo que gastan las superpotencias como los Yanquis (203 millones) y Medias Rojas (162).

Lo que devengan juntos los actuales relevistas, Kyle Farnsworth, Joel Peralta y Juan Cruz, palidece con respecto al contrato de 35 millones que Soriano firmó con los Yanquis.

Tome el ejemplo de Benoit. El derecho dominicano había estado sin lanzar por culpa de una lesión durante más de un año cuando los Rays le tocaron la puerta antes de la campaña de 2010. Firmó un contrato de ligas menores, fue invitado a la pretemporada y lo subieron a fines de abril para convertirse en uno de los mejores especialistas del octavo inning.

Benoit aceptó una oferta de los Tigres de Detroit y se fue de Tampa Bay, pero los Rays no pusieron mala cara. Quedaron encantados con recibir una selección de draft como compensación.

A los Rays les fascina acaparar esas selecciones, de hecho establecieron un récord en el último draft al firmar a 12 jugadores en las dos primeras rondas.

Friedman, quien antes de trabajar con los Rays era una analista del desaparecido banco de inversiones Bear Stearns, suele enfatizar que siempre tienen claras sus limitaciones financieras: «No somos ilusos, sabemos que no estamos en condiciones de retener a muchos de nuestros jugadores».

Los Rays han conseguido en los drafts a figuras como Moore, David Price, Jeremy Hellickson y Desmond Jennings.

Benoit reconoce que no sabe mucho sobre lo que hace la gerencia de los Rays, pero admira el cómo se las ingenian para renovarse.

«La forma que manejan a sus peloteros es increíble. Prácticamente la mitad del equipo se salió de Tampa y prácticamente hicieron otro equipo, y están otra vez en los playoffs», dijo Benoit. «Se manejan súper bien y saben conseguir gente que les haga el trabajo».

Tampoco son infalibles. Johnny Damon fue un riesgo que dio dividendos, pero el de Manny Ramírez no.

Pero en donde lo hacen mejor es formando lanzadores. Su rotación entera es propia, la única de ese tipo en las mayores, fijando un récord de 764 aperturas con abridores menores de 30 años.

Los abridores de los Rays establecieron un récord para el club con una efectividad de 3.58, que fue la mejor de la Americana. Y su total de 1.058 innings lanzados fue la mayor cantidad en el circuito desde los 1.074 de los Medias Blancas en 2005.

«No tenemos ningún reparo en hacer algo», dijo Maddon sobre el riesgo de usar a alguien con una experiencia casi nula como Moore.

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