No debería existir contradicción alguna entre las expresiones: maestros titulados y maestros capacitados. Se asume que el título certifica la capacidad. Mas no ha sido así. Estudios nacionales e internacionales principalmente la evaluación de medio término del Plan Decenal de Educación, al abordar el tema de la muy baja calidad de la educación dominicana se atribuye una gran cuota a la precaria capacidad docente; aun reconociendo que más del 90% tiene título universitario.
La realidad es que entre las causas de la situación que se comenta existe una rémora del pasado. Por décadas la profesión docente fue menospreciada y muy mal pagada para que pudiese ser atractiva a los mejores estudiantes. Inclusive el salario real de las maestras y maestros llegó a reducirse desde el 1970 al 1990 en un 80%. Situación muy diferente en la actualidad cuando el salario ha mejorado sustancialmente, invirtiendo el Estado dominicano además grandes recursos en su capacitación. Solo para este año se han dispuesto dos mil 200 millones de pesos.
La contradicción que hoy prevalece entre maestro titulado y capacitado no es culpa de quienes recibieron el título. La culpa recae en las instituciones que expidieron esas certificaciones que luego de haberlos sometido a múltiples supuestas evaluaciones, concluyeron que habían logrado las competencias correspondientes. Pero es responsabilidad principalmente de las instancias del Estado facultadas para asegurar a la sociedad la competencia de las y los titulados.
Sucede que el currículo oficial que equivale a decir, entre otros, contenidos y métodos de lo que las alumnas y alumnos deben aprender, es avanzado y adecuado para lograr el aprendizaje significativo; pero se ha demostrado que la mayoría de las maestras y maestros no están en capacidad de aplicar el currículo de forma eficiente y creadora.
Es por tanto la capacitación docente un primer gran desafío sin cuya apropiada respuesta no es posible superar la tan deficiente calidad de la educación dominicana.
Se requieren acciones de gran impacto que den por resultado que las educadoras y educadores estén entre los profesionales más preparados del país, lo cual no es cosa fácil partiendo de la situación actual; pero al mismo tiempo es una meta imprescindible para el avance del sistema educativo dominicano hacia la calidad, relevando una sólida formación científica, humanística y en tecnología de información y comunicación. Los recursos que se disponen representan un gran sacrificio para el Estado y la sociedad por lo que hay que dirigirlos en tal dirección adecuada y lo cual pasa por resolver la contradicción y gran distorsión entre maestros titulados y capacitados.
