Merecemos mejor calificación

Apartir de septiembre del 2012, la administración del Presidente Danilo Medina puso en marcha un riguroso programa de ajuste fiscal que tenía como meta alcanzar, en el plazo más breve posible, la sostenibilidad de las finanzas públicas.

Apartir de septiembre del 2012, la administración del Presidente Danilo Medina puso en marcha un riguroso programa de ajuste fiscal que tenía como meta alcanzar, en el plazo más breve posible, la sostenibilidad de las finanzas públicas.

Las tres cuartas partes del ajuste fiscal estuvo representando por una fuerte contracción del gasto de capital; el restante 25%, por el aumento de las recaudaciones fiscales generado por la reforma fiscal de finales del 2012 y los ingresos adicionales provistos por la exitosa renegociación del Contrato de Arrendamiento de Derechos Mineros con la empresa Pueblo Viejo Dominicana Corporation (PVDC).

El esfuerzo fiscal permitió reducir el déficit fiscal de 6.7% en el 2012, a 2.8% en el 2013.

Como era de esperar, el fuerte ajuste fiscal se tradujo en una desaceleración de la demanda agregada y una reducción apreciable en el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos.

De un déficit de la cuenta corriente  de 6.7% del PIB en el 2012, se pasó a un déficit de 4.1% en el 2013. El aumento de las exportaciones de oro y plata generado por PVDC tuvo una incidencia relevante en esta reducción.

Al reducirse el déficit de la cuenta corriente y al aumentar la participación del financiamiento externo del déficit fiscal, las reservas internacionales netas del Banco Central aumentaron considerablemente, a pesar de la caída en los ingresos de inversión extranjera directa. 

Las reservas internacionales netas pasaron de US$3,209.8 millones en diciembre a US$4,386.5 millones en diciembre del 2013, para un aumento de US$1,176.7 millones, equivalente a 2.0% del PIB.  Es por eso que siempre se ha argumentado que la forma más sana de acumular reservas es a través del fortalecimiento de las cuentas fiscales.

El aumento de las reservas ha permitido que mientras en el 2012 éstas alcanzaban para cubrir 2.6 meses de importaciones, en el 2013 el nivel de cobertura terminó en 3.9 meses, para una mejora del 52%.  Este nivel, sin embargo, sigue siendo relativamente reducido cuando se compara con los niveles de cobertura de Costa Rica (4.9), Guatemala (5.0), México (5.5) y Chile (6.6).

El esfuerzo realizado por el Gobierno del Presidente Medina debe ser socializado y mercadeado efectivamente con las firmas calificadoras de riesgo. 

Actualmente, la deuda soberana dominicana en moneda extranjera recibe una calificación de B+ por parte de Standard & Poor’s y B1 por parte de Moody’s, niveles muy bajos para un país que ha demostrado tener una de las economías con mayor capacidad de resistencia para enfrentar choques internos y externos, y una versatilidad apreciable para ajustarse intensamente en períodos de tiempo relativamente cortos.

  ¿Alguien puede mostrar algún otro caso en la región, en los últimos 20 años, de una economía que haya podido reducir su déficit fiscal en un año en casi 4% del PIB?
A uno le resulta muy cuesta arriba aceptar tranquilamente que las deudas soberanas en moneda extranjera de países como Guatemala, El Salvador, Paraguay y Bolivia, para mencionar sólo algunos, estén mejor calificadas que la dominicana, en uno, dos y hasta tres escalafones.

Moody’s, por ejemplo, califica la deuda soberana de Guatemala tres escalafones por encima (Ba1)  de la dominicana (B1).  En el 2013, según las proyecciones del FMI, Guatemala terminaría con un déficit fiscal de 2.2% del PIB, un déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos de 3.1% del PIB,  reservas internacionales equivalentes a 5.0 meses de importaciones y una deuda del Gobierno Central ascendente a 25% del PIB. Esos indicadores son definitivamente mejores que los de República Dominicana (2.8%, 4.1%, 3.9 y 33%, respectivamente).

¿Pero justifican una diferencia tres escalafones? El Gobierno dominicano, con una presión tributaria de 14.3% en el 2013, está en capacidad de soportar una deuda mayor que la del gobierno guatemalteco, el cual recibe ingresos tributarios de apenas 11.4% del PIB.

Una diferencia de un escalafón sería perfectamente comprensible, pero de tres resulta exagerada. Es obvio que los indicadores macroeconómicos de RD en el 2013 ameritarían una mejora en la calificación de por lo menos un escalafón (BB- en el caso de Standard & Poor’s y Ba3 en el caso de Moody’s).

El Gobierno dominicano debería ejecutar una estrategia efectiva de comunicación con las firmas calificadoras de riesgo para alcanzar este objetivo en el plazo más breve posible. La asistencia técnica de uno o dos bancos de inversión con credibilidad, podría fortalecer la capacidad argumentativa del equipo del Gobierno dominicano que asumiría la tarea.
 
Para que la estrategia sea efectiva, sin embargo, se va a requerir un compromiso inquebrantable de parte del equipo económico del Gobierno -incluyendo al Banco Central-, con la adopción de un programa creíble de acumulación adicional de reservas. 

Una mejora en la calificación de riesgo permitiría a RD pagar tasas de interés más bajas cuando coloca su deuda soberana en los mercados externos e internos. O por lo menos, poder colocarla a niveles similares a las del 2013 teniendo en cuenta que las tasas de los bonos del Tesoro de EUA han subido en los últimos meses. ¡Manos y cerebros a la obra! l

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas