A propósito de estas fiestas navideñas, me pareció apropiado recordar y dar vigencia, al documento que consigna las Normas del Sistema Educativo para la Convivencia Armoniosa en los Centros Educativos Públicos y Privados. Este documento fue el resultado de trabajo conjunto entre el Ministerio de Educación de la República Dominicana (MINERD), y el Consejo Nacional de la Niñez (Conani) y de un amplio proceso de consultas y validación en los centros educativos y organizaciones sin fines de lucro.
Como propósito, se plantea contribuir con la atención -de una manera responsable- al desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes, establecido en la Ley 136-03 (o Código para el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de Niños, Niñas y Adolescentes), y que responde al mandato de los artículos 48 y 49 del referido Código. El documento citado consigna derechos y deberes de los estudiantes, del personal docente y directivo, de los padres y las madres, así como la obligación de denunciar si se tiene conocimiento o sospecha de cualquier situación de abuso o de violación de los derechos establecidos de los niños, niñas o adolescentes sea o no en el ámbito escolar. Asimismo, las Normas establecen la obligación de los directivos de difundir y socializar los deberes del personal docente y administrativo de los centros, de las familias y la comunidad como “aliados naturales y estratégicos” de un buen proceso de enseñanza y aprendizaje; asimismo, la obligación de crear equipos de mediación institucionales que puedan ir cultivando o ejercitando la solución de conflictos a través de diálogos y acuerdos constructivos.
Cabe citar aquí que en el Estudio de Prevalencia, Tipología y Causas de la Violencia en los Centros Educativos de Básica y Media de la República Dominicana (IDEICE, 2014), se reporta una tasa de acoso escolar en las escuelas públicas dominicanas del 33.6%; de ahí colegimos que, hoy, cuando no solo la escuela sino la sociedad en su conjunto está altamente contaminada por la violencia en todas sus manifestaciones, es necesario que, como educadores o gestores de procesos educativos, nos comprometamos a promover las Normas de Convivencia Escolar para prevenir y/o reducir este flagelo social y asumamos un modelo de convivencia y cultura de paz que pueda a su vez impactar las propias familias de los estudiantes, y el clima general de armonía que debemos fomentar en nuestro entorno.
