Es un buen momento para el fútbol en la tierra de las barras y las estrellas. Dentro y fuera de las canchas se puede sentir la integración del deporte en la cultura popular del país a un nivel que, haciendo memoria, no recuerdo haber visto jamás. Varias circunstancias hacen de esta escalada en popularidad un caso particularmente interesante y digno de estudio, especialmente si la ponemos en el contexto de unos tiempos presentes que están resultando de lo más transformativos para Estados Unidos.
¿En primera plana? Ellas. La selección femenina acaba de ganar el Mundial en Canadá con maneras dignas de una Fatality de Mortal Kombat. ¡Vaya espectáculo el que se gastó Team USA! 5-2 quedó el marcador de la final contra Japón y la repercusión de su victoria por fin empieza a acercase a lo que se merece su tradición futbolera femenina. Si no me creen, pregúntenle a Taylor Swift, que tras formar parte de las celebraciones invitó al equipo al escenario durante su concierto en Nueva Jersey este pasado fin de semana. Estamos viviendo sin duda alguna en la era de la mujer, ¿y qué mejor stage para traer al traste temas de igualdad que el campeonato mundial? Durante toda la competición se notó dentro de gran parte del público internacional un plus de atención. Durante el curso de la misma se le hizo frente a la usual degradación que sufren estas atletas a través de redes sociales y demás de una manera ejemplar. Al mismo tiempo, se dio espacio de conversación a varios temas deliberando la desigualdad de trato versus el fútbol masculino, desde la abismal diferencia salarial hasta el nivel de dedicación logística que se le da.
Finalmente, coronando el aporte femenino estadounidense al deporte, ya fuera de las canchas, tenemos a Loretta Lynch. La Fiscal General se mantiene firme en su lucha contra la corrupción de la FIFA. Su investigación ha golpeado las fundaciones de la institución de tal manera que parece que por fin habrá algo de cambio.
Definitivamente ellas vienen marcando tendencia.
