La nueva mina de oro

Lamentablemente en nuestro país todo se distorsiona, por eso de nada han valido todas las leyes e instituciones que se han creado en aras del fortalecimiento del Estado y su institucionalización.

Lamentablemente en nuestro país todo se distorsiona, por eso de nada han valido todas las leyes e instituciones que se han creado en aras del fortalecimiento del Estado y su institucionalización.Uno de los fracasos más grandes que ha tenido la lucha ciudadana ha sido la contribución del Estado a los partidos políticos. No solo no hemos logrado que sigan produciéndose contribuciones del sector privado a las campañas, sino que tampoco ha servido para fortalecer los partidos políticos o facilitar la participación de partidos minoritarios o emergentes.

Los partidos políticos y su control se han vuelto apetecibles, puesto que manejan dinero, el cual es malgastado sin control, transparencia ni racionalidad alguna. El sueño de hacer más transparentes las campañas electorales se convirtió en una pesadilla de despilfarro que ha hecho que con dinero cualquiera pueda escalar a no importa cual posición y que no haya contrapesos en nuestra débil democracia.

Asustaría pensar que otro tanto aconteciera con la asignación del 4% del PIB a la educación, la cual a menos de dos años de ser cumplida empieza a dar señales preocupantes, como el cambio dramático entre las informaciones que daban cuenta de que un considerable porcentaje del presupuesto del 2013 quedaría sin ejecutar y la afirmación posterior del Ministerio de Educación de que había ejecutado el 96.05%, la licitación efectuada por dicho Ministerio para una campaña publicitaria con un presupuesto asignado de trescientos millones de pesos y la ausencia de compromisos puntuales para el control, fiscalización y transparencia de los fondos para la educación.

Algunos se sienten satisfechos por el mero hecho de que se están construyendo e inaugurando nuevas aulas, lo que si bien es importante, es solo un mosaico del largo camino que debemos atravesar. Y es que la transformación de nuestro sistema educativo requiere mucho más que nuevas escuelas o la remodelación de muchas otras, necesita una profunda limpieza que elimine malas prácticas, profesores incapaces y viejos métodos que en vez de enseñar a los educandos a razonar solo los llevan a recitar de memoria textos, que no guardarán como conocimientos.

El revuelo acontecido por el fastuoso pabellón del Ministerio de Educación en la feria del libro, quedará mañana olvidado por otro caso similar o peor, de los que a golpe de repetirse está acostumbrada a recibir la sociedad dominicana.
Sin embargo no podemos descuidarnos pues este es un país en el que las malas prácticas se hacen norma y so pretexto de derechos adquiridos, sus beneficiarios se aferran a ellas haciendo imposible su reversión.

El 4% es una fuente de recursos importante, equiparable a una mina de oro, de la cual los aprovechados de siempre tratarán de extraer plata para sus bolsillos.
Si queremos que nuestro sistema educativo se transforme, que nuestros jóvenes y niños aprendan a razonar y adquieran conocimientos que les permitan cambiar el curso de sus vidas, debemos velar porque cada peso de los miles de millones que se gasten del 4% de asignación presupuestaria, se invierta en lo que debe ser y no para hacer ricos a funcionarios corruptos, cooperativas viciadas, gremios desfasados, contratistas aprovechados, comunicadores vendidos y políticos oportunistas.

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