Nuevas agendas para la movilización social

Desde finales del año pasado, la sociedad dominicana se ha mostrado más activa y desafiante frente a los arreglos vigentes.

Desde finales del año pasado, la sociedad dominicana se ha mostrado más activa y desafiante frente a los arreglos vigentes. No se trata de movilizaciones de masas. Esas no las vemos desde hace mucho tiempo. Sin embargo, son acciones recurrentes, logran una importante cobertura mediática y concitan apoyo e interés porque expresan el sentir de una parte importante de la sociedad, la cual ha venido perdiendo el miedo y se ha estado atreviendo a increpar al poder. En ese sentido, tienen un valor simbólico muy importante porque revelan que es posible censurar al Estado y a los grupos políticos de mayor poder y reclamarles que cumplan con sus responsabilidades. De hecho, están contribuyendo, modestamente todavía, a incrementar el costo político de actuar de espaldas a la gente o de forma deshonesta.

Las acciones, que han incluido campañas, demostraciones públicas y activismo en las redes sociales y en los medios de comunicación han centrado su atención en tres temas de crucial importancia para la sociedad: la conservación de los recursos naturales, la lucha contra la corrupción y la impunidad y la lucha por una mejor educación. Esta última se viene desarrollando desde hace varios años.

Sin embargo, son los sectores medios antes que los llamados “sectores populares” quienes principalmente se han identificado con esa agenda. Aunque ha recibido apoyo de algunas organizaciones de base, en la medida en que los problemas de las áreas protegidas, de la corrupción y de la educación no se vinculan directamente a la cotidianidad de las personas, la gente común que se esfuerza por sobrevivir los asume con mucho menos determinación. En eso reside parte de la explicación de la falta de masificación de la movilización social y apunta a la necesidad de llevar con más fuerza al imaginario colectivo las implicaciones concretas que tiene una pobre educación, el latrocinio y el uso “medalaganario” de los recursos públicos, o la degradación de los bosques sobre la vida concreta de las personas.

Hay también debilidades de los propios movimientos que no terminan de volcarse hacia los “sectores populares”, de abrirles espacios y de permitir que se integren en igualdad de condiciones.

Sin embargo, una cuestión crucial es que, además de los temas arriba mencionados, esos movimientos asuman aquellos que afectan directamente a la gente pobre. Ellos también deben convertirse en motivo de intensas campañas en procura de acciones de política que cambien los arreglos prevalecientes.

Probablemente, el más apremiante de ellos es el del régimen contributivo de la seguridad social, el cual se presenta como una gran estafa contra los y las contribuyentes en beneficio unos pocos grupos económicos. El más escandaloso es el de las pensiones donde los increíblemente elevados beneficios de las AFP se extraen directamente de los recursos de los contribuyentes. Es un caso muy claro donde los ricos se hacen más ricos a costa de los pobres.

En materia de salud, aunque es más complejo, también está marcado por un arreglo en donde los intereses de las ARS y las empresas y personas prestadoras de servicios se han impuesto sobre las y los contribuyentes. El resultado ha sido un muy precario régimen de protección en salud.

La seguridad social debe ocupar un lugar central en las luchas por una sociedad más justa. Sin embargo, ello no es asumido con el vigor necesario, ni siquiera por el movimiento sindical. También el sector empleador debería interesarse porque una pequeña parte del sector privado se está lucrando en demasía a costa de ellos y de sus empleados. El problema de la cesantía palidece frente a esto.

Otros dos temas que deberían estar en el tope de la agenda ciudadana son el empleo y los salarios. El nudo central de la economía es que ella se muestra incapaz de crecer de una manera que genere oportunidades para las personas y que contribuya a reducir la pobreza. De allí que probablemente no haya cuestión más importante que la definición de una política de desarrollo productivo centrada en potenciar la capacidad de generar empleos de mayor calidad y mejor remunerados.

Si la movilización social aspira a ser amplia, debe asumir temas no sólo que sean importantes sino que importen a mucha gente.

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