De Palestina al Estado Islámico

El pasado 8 de junio, en los jardines del Vaticano, en una apacible mañana, interrumpida por la presencia obligada de los medios de comunicación del mundo, se reunían el presidente de Israel Shimon Peres y el líder palestino Mahmud Abbas con el…

El pasado 8 de junio, en los jardines del Vaticano, en una apacible mañana, interrumpida por la presencia obligada de los medios de comunicación del mundo, se reunían el presidente de Israel Shimon Peres y el líder palestino Mahmud Abbas con el Papa Francisco. “Su presencia, señores presidentes (sic), es un gran signo de fraternidad, que hacen como hijos de Abraham”, dijo el Pontífice al recibirlos.

Era un acto de buena voluntad que posiblemente abriría las puertas al anhelado entendimiento entre estos dos pueblos hermanos, sumidos en constantes conflictos desde 1947, fecha en que, artificialmente, la ONU trató de crear dos Estados sobre unas tierras cuya propiedad es motivo de disputa hasta el día de hoy.

Los escépticos no podían creerlo. Parecía demasiado bueno y simple para ser verdad. Lo malo de todo es que casi siempre los acontecimientos terminan dando la razón al escepticismo.

Unos días después, de forma “inexplicable”, tres jóvenes israelíes eran secuestrados y asesinados. Por el hecho, Israel acuso a Hamas, y, aunque luego se supo que no habían estado implicados directamente, sirvió de motivo perfecto para echar a la basura la iniciativa del Papa Francisco y la señal de buena voluntad de Peres y Abbas.

El 8 de julio, precisamente a un mes de producirse la “hermosa reunión” en el Vaticano y justo cuando los ojos del mundo estaban puestos en la copa mundial de futbol en Río de Janeiro y en el partido que jugaba Alemania y Brasil, Israel iniciaba su operación “Margen Protector” en Gaza.

Los resultados de la superioridad tecnológica y armamentista de Israel y su desproporcional embestida contra Gaza serían devastadores.

La Franja de Gaza, para que tengamos una idea, tiene una extensión territorial seis kilómetros cuadrados menos que el municipio de Gaspar Hernández. En un espacio como ese viven en hacinamiento más de 1.8 millones de personas. En ese escenario más de 2100 palestinos murieron, 75% civiles, entre ellos cerca de 600 niños; 12,000 personas resultaron heridas y 100 mil quedaron sin hogar.

Lo que antes eran edificios, casas, escuelas y hospitales se redujeron a montañas de escombros. El coordinador de la Asistencia al Pueblo Palestino de la ONU para el Comercio y el Desarrollo, Mahmoud Elkhafif, ha dicho que se necesitarán de 4 a 12 mil millones de dólares para reconstruir lo perdido.

Por su parte, Israel perdió a 64 soldados, pero sumó a su territorio 400 hectáreas más de terreno, en donde construirá un nuevo barrio, a contrapelo de la opinión mundial sobre los asentamientos israelíes de carácter irregular.

Cabe preguntarnos: ¿Existe algún beneficiado con los constantes enfrentamientos entre Palestina e Israel en esta parte de la Franja de Gaza?
¿Es posible que, como en la mayoría de conflictos en la zona, sean los intereses económicos ligados al dominio de recursos naturales como gas, petróleo y minerales los protagonistas ocultos de todo cuanto acontece?

¿Podría ser que la reunión con el Papa Francisco y la posibilidad de un advenimiento entre Israel y Palestina, bajo el liderazgo del Pontífice, haya contribuido a desatar los demonios allí?

El Estado Islámico

Justamente al conmemorarse un aniversario más de los acontecimientos del 11 de septiembre del 2001, me horroriza la idea de que el discurso internacional se enmarque igualmente en los mismos parámetros del argumento discursivo utilizado por Bush para invadir Irak posterior a esos sucesos.

El “Perseguiremos a los terroristas que amenazan a nuestro país dondequiera que estén” pronunciado por Obama a un año de que abandonara la idea de atacar a Siria y en un nuevo aniversario de los acontecimientos del 11 de septiembre del 2001, además de que me huele más a jugada política que a genuina preocupación, no alcanza a sonarme distinto al “…van a ser descubiertos… y aprenderán lo que otros aprendieron en el pasado: …los que hacen la guerra contra los Estados Unidos han escogido su propia destrucción”, entonado como arenga por George Bush luego del 11S.

Tengo la certeza de que los errores del pasado se reeditarán inevitablemente en la ofensiva encabezada por Estados Unidos contra el grupo yihadista llamado Estado Islámico, que no solo comprometerán el presente, sino que dificultaran aún más, en el futuro, las intrincadas relaciones de Occidente con Medio Oriente.
 El Estado Islámico (EI) y su líder Abu Bakr al-Baghdadi, no es un enemigo nuevo, tan solo llevan otro nombre. Es el mismo monstruo de mil cabezas que han creado las potencias occidentales para luchar sus luchas en diferentes partes el mundo cuando los han necesitado. Una especie de engendro que hace honor al dicho popular de “cría cuervos…”.

Los usaron en Afganistán en plena guerra fría y en el afán de contención frente a la desaparecida Unión Soviética. En Irak le permitieron crecer cuando, al ahorcar a Saddam Hussein, dejaron cesantes y armados hasta los dientes, a miles de mercenarios del régimen, dieron el poder a chiíes y ahondaron las diferencias entre estos y los suníes.

Luego, se les permitió pasar por Turquía cuando el interés de occidente era crear un ejército de mercenarios disfrazados de “rebeldes” que derrocara a Basar Al Assad. Allí han financiado su actividades y ocultado sus crímenes.

Cuando el presidente Obama, decidido a “perseguir a los terroristas” dice que entrenarán a los rebeldes en Siria, les darán recursos bélicos y financieros, tanto allí como en Irak para que enfrenten al EI, ¿no les parece que en unos años habrá que enfrentar a otros Bin Laden o al-Baghdadi entrenados, con armas americanas, con recursos enormes del negocio del petróleo y el saqueo de lo que encuentran a su paso y con el mismo odio que guarda el EI contra los colonialistas de occidente?

El pasado año, cuando Obama quiso atacar Siria para desplazar a Al Assad del gobierno un 63% de los estadounidenses se le opusieron y, gracias a la diplomacia rusa no tuvo que pasar un mal rato en el Congreso. Hoy, a raíz de la muerte de dos periodistas norteamericanos, la percepción ha cambiado. Un 65% apoyaría una acción contundente de los Estados Unidos en Siria e Irak.

¿No estaría tentado Obama a, aprovechando el respaldo de su pueblo, pulverizar el régimen sirio y de paso arrancarle a Rusia, con quien mantiene un pugilato de carácter geopolítico, a su más importante aliado en la zona?

Obama ha dicho que la coalición de países se auxiliará de la OTAN frente al EI en Siria. Otra interrogante surge: ¿piensa Obama violar abiertamente el derecho internacional y la integridad de Siria ordenando bombardeos allí sin su consentimiento?

Por último, aun cuando rechazo visceralmente la aberrante y bestial acción de decapitación de seres humanos, me niego a aceptar que la vida de unos pueda ser superior a la de otros, sean estos norteamericanos, judíos, palestinos o lo que fuere.

De modo que, aun cuando sé la respuesta me atrevo a preguntar: ¿Por qué Estados Unidos no mostró igual nivel de diligencia cuando en Palestina, bajo el fuego israelí, morían niños, mujeres, ancianos y personas no combatientes, en franca violación al derecho internacional humanitario y a los convenios de Ginebra y sus protocolos?

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