Panorama inédito

Los dominicanos que consideran el ejercicio de la política como una materia importante no ocultan su inquietud por las características que asume esa industria, fuente de construcción de poder.Para quienes valoran la política en la…

Los dominicanos que consideran el ejercicio de la política como una materia importante no ocultan su inquietud por las características que asume esa industria, fuente de construcción de poder.

Para quienes valoran la política en la toma de decisiones no ven indicadores claros acerca de las tendencias del futuro respecto a cómo podrían constituirse las opciones dominantes.

A mediados de año cualquier atrevido podía vaticinar que en 2016 el PLD constituía una carta de triunfo. Asimismo se podría sugerir que nada importante ha ocurrido para que esa percepción sea modificada.

Pero los hechos sugieren que esa agrupación no las tiene todas a su favor. La permanencia sucesiva en el poder ha conducido a determinados comportamientos de sus dirigentes que se han convertido en piedra de escándalo. Las confrontaciones han ido a mayores. Las descalificaciones en las provincias no tienen precedentes. La opción reeleccionista es un juego de un alcance incierto, pero es un insumo que flota en el ambiente. Las aspiraciones a la candidatura presidencial igual han conducido a hechos singulares y a ataques de tonos duros que rememoran acontecimientos en otros partidos que condujeron a consecuencias devastadoras. Las armas en uso pueden resultar destructivas, y ya no es muy seguro apostar a un triunfo peledeísta sin arrugas en las próximas elecciones. Pese a todo ello, el PLD sigue teniendo la más alta aprobación popular, lo que va en consonancia con la presidencia de Danilo Medina.

El elemento que estimulaba la percepción de un triunfo seguro del PLD en el 2016 eran las confrontaciones en el PRD. Al materializarse la división, surgió la posibilidad de que por caminos separados pudieran confluir en una fórmula con capacidad de desplazar al grupo gobernante. O que una de las partes se convirtiera en polo dominante. La debilidad que acusa el partido del jacho prendío, por un lado, y por el otro, la tendencia al desgaste que se manifiesta en el PRM –en la competencia por la candidatura presidencial–, oscurecen las posibilidades de que ese instrumento crezca como propuesta viable con vocación de poder. Asimismo, las agrupaciones minoritarias tampoco acusan esa vocación.

Estamos ante un panorama inédito e incierto, todavía.

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