No parece cauto

Hoy la Junta Central Electoral (JCE) entrega los certificados de elección a los seleccionados para dirigir el país. Es una ceremonia solemne, a la cual la oposición no acudirá. Los legisladores optaron por retirar sus certificados a discreción.

Hoy la Junta Central Electoral (JCE) entrega los certificados de elección a los seleccionados para dirigir el país. Es una ceremonia solemne, a la cual la oposición no acudirá. Los legisladores optaron por retirar sus certificados a discreción.

La ausencia de la oposición hay que interpretarla como una reafirmación de rechazo a los resultados electorales. En esa condición se comprende la decisión. Pero habría que preguntarse hasta dónde llegará esa rebeldía y cómo podría impactar la gobernabilidad a partir del 16 de agosto.

La ausencia del acto de hoy es una prolongación de la actitud que condujo al llamado a huelga en el municipio Santo Domingo Este en reclamo de “nuevas elecciones”. Fue una iniciativa fallida. La población no se dio por enterada.

Las vibrantes denuncias sobre las supuestas irregularidades después de las elecciones eran comprensibles. La oposición defendió con mucha pasión lo que entendía sus derechos. Agotó todo el ritual de quienes obtienen resultados no deseados en ese tipo de evento, lo que se explica en la cultura política criolla. A veces se va a los extremos.

Ya las elecciones pasaron y la mejor expresión de esa ruda realidad es que precisamente los ganadores reciben hoy los documentos que los acreditan como tales. La oposición no va al acto, pero luego recogerá tranquilamente sus certificados en la sede de la JCE.

Prolongar este tipo de confrontación no parece políticamente redituable.

Corresponde ahora autoevaluarse. Ver las fallas y especialmente, estudiar las habilidades de los contrarios. No está de más revisar el análisis de la sociedad con la que habrá que hablar y trabajar duro en la construcción de un mejor y más acabado instrumento para la acción política.

Conviene construir propuestas creíbles sobre el desarrollo nacional. Asumir un discurso de futuro, de cara a las nuevas realidades.

Ejercer los derechos políticos en los espacios conquistados y jugar el papel que esperan los electores.

Eso puede dar mejores resultados que persistir en resabios que a la gente quizás ni siquiera le importan.

Es probable que el pueblo entendiera hace tiempo el mensaje y la actuación conveniente en los momentos pasados. Persistir en lo mismo no parece cauto.

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