El peor año en Washington

El peor año en Washington. Esta es la calificación otorgada al Congreso de Estados Unidos por Chris Cilliza, autor de The Fix, que todos los domingos califica al peor político del país, para el Washington Post.

El peor año en Washington. Esta es la calificación otorgada al Congreso de Estados Unidos por Chris Cilliza, autor de The Fix, que todos los domingos califica al peor político del país, para el Washington Post.El congreso presenta enorme impopularidad entre el público desde hace varios años, pero el 2011 ha sido todavía peor, reflejado en una encuesta de Gallup realizada en diciembre que le dio al Congreso una tasa de aprobación de un 11%. En un año de dificultades económicas, donde varias veces se estuvo al límite de no contar con financiamiento para continuar con las operaciones del Gobierno, y con crecientes aumentos del presupuesto debido a los programas de seguridad social y de salud, el Congreso ha mostrado todavía mayor inmovilidad y falta de resolución.

La impopularidad excede las clásicas divisiones partidarias entre demócratas y republicanos. Pero la Cámara Baja en mano de los republicanos, y el Senado con mayoría demócrata ha generado todavía una peor situación, creando un ambiente de frustración y atasco debido a la incapacidad de aprobar nueva legislación, y la percepción de la gente que el Congreso está alejado de la crisis que vive el país.

Según analistas, las causas son muchas: el sistema de demarcación de los distritos electorales, que son definidos según líneas partidarias, generando dirigentes políticos que únicamente tienen que hablarle a sus bases para ganar y mantenerse en el poder, sin necesidad de atraer a independientes y opositores. Esta realidad radicaliza el discurso y penaliza a los moderados.

La identificación de territorio con intención partidaria ha contribuido a la casi automática reelección de los incumbentes. Desde 1964, la tasa de reelección más baja en la Cámara de Representantes, fue de un 85% en 1970 y 2010; y la más alta fue de 98% en 1986, 1988, 1998, 2000 y 2004. La tasa promedia de reelección en la Cámara Baja, de 1964 a 2010, es un 93%, y un 82% en la Cámara Alta durante el mismo período. Es decir, a pesar de que en las encuestas nacionales, la mayoría de la población se muestra inconforme con el Congreso como institución, los legisladores son mayoritariamente reelectos.

Otro problema que se ha visto en los últimos años, es que si bien ambos partidos reconocen que tienen que fomentar el crecimientoe conómico y reducir la deuda y el déficit público, las soluciones están radicalmente divididas, entre los republicanos que declaran que no aceptarían jamás un aumento de los impuestos, y los demócratas que no acordarían con una baja del gasto social.

Como señala Roger Simon, analista de la publicación Político “el Congreso es donde las políticas públicas van para morir”. Pareciera existir poco espacio común entre los dos partidos, y una primaria republicana que complica soluciones moderadas, donde tanto el Presidente como los candidatos quieren mostrar especial compromiso con su núcleo duro de votantes.

Sin embargo, pareciera que tal las nuevas camadas de legisladores buscarían cambiar estas actitudes. “Cuando vuelvo a mi distrito,la primera pregunta que me hacen es -¿por qué ustedes no pueden trabajar juntosen Washington?-, dice el representante Steve Womack, de Arkansas, y continúa” es un sentimiento de desesperación que oigo de mis constituyentes”. Otras voces han surgido en esta misma línea, y demócratas y republicanos jóvenes están buscando aprobar proyectos donde existen acuerdos.

En noviembre del 2012 no solo se elegiría Presidente, sino todos los miembros de la Cámara deRepresentantes, como cada dos años, y un tercio del Senado, que si bien actualmente está liderado por el partido Demócrata, tiene probabilidades de cambiar, con solo cuatro escaños de diferencia. De los 33 en disputa, 22 provienende estados donde el Presidente Obama ganó en 2008. Pero con la baja popularidad del Presidente, varios de esos presentan posiciones de debilidad para noviembre. Tal vez esta nueva elección, en un contexto de mayor frustración y ansiedad de la población, permita elegir un Congreso que movilice las reformas políticas pendientes.

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