La administración actual confirmó el miércoles que llegó al poder sin un plan para combatir el peor de los flagelos que viven los dominicanos: la violencia indiscriminada y el crimen organizado. Las autoridades responsables de la seguridad ciudadana dedicaron siete largos meses para elaborar un proyecto que a todas luces sólo ha sido esbozado. Es obvio que su implantación requerirá tiempo. Sólo hay que ver lo relativo a las mil videocámaras que según anuncian serán instaladas en las principales concentraciones poblacionales de la República. Algunas de ellas serán donadas por Estados Unidos, y otro país. Ese potencial donante ha sufrido la inseguridad en carne propia, sin que los organismos investigativos hayan podido establecer responsabilidades.
Asimismo, asumimos que la forma fragmentaria como fue presentado el plan, cada responsable de área con su mini plan, finalmente será parte de un paquete total, con una coordinación que dependerá de ahora en adelante del propio Presidente de la República, mediante la modificación del decreto presidencial número 319-06. De todas formas, un plan es un plan, y algo es mejor que nada. Total, hay quienes construyen sus proyectos sobre la marcha, programando y reprogramando hasta conseguir el propósito. Pero ese camino está lleno de los riesgos de la improvisación.
¿Qué es en definitiva lo más importante? Que haya voluntad para desarraigar la violencia, y ese es el ánimo del presidente de la República, Danilo Medina. Pero es necesario que se supere la sensación que provocó en algunos el anuncio: Los equipos parecen fraccionados y no se percibe una clara unidad de mando. Si es verdad que los diferentes órganos tienen especificadas y diferenciadas sus misiones, resalta la necesidad de un liderazgo bajo la inspiración del Presidente.
El país debió escuchar una sola voz, la del Presidente, para fortalecer la confianza. Tantos exponentes no necesariamente reflejaron la cohesión necesaria en la lucha contra el crimen.
De todas formas, todo cuanto se haga para enfrentar la delincuencia, tiene nuestro aliento. La población, que la sufre, debe apoyar cualquier iniciativa en esa dirección.
