El lunes 28 de marzo de 1978 apareció por primera vez, en forma destacada, mi firma en la portada de El Caribe, al cubrir el día antes la muerte del izquierdista Guillermo Rubirosa Fermín en un combate desigual con agentes policiales en San Pedro de Macorís.
Sería, junto a las trastornadas elecciones de ese año, el hecho sobresaliente del año, al tratarse del último de los dirigentes de izquierda que le hacía la guerra urbana al Gobierno de Joaquín Balaguer.
Aunque era aprendiz de reportero, la dirección del diario me permitió cubrir aquel hecho de tanta envergadura, en atención a que me tenía asignado a la fuente policial para el bautizo de fuego.
En portada, a toda página con grueso titular, estaba la noticia calzada con mi nombre, junto al de otra novel periodista, Virginia Álvarez, que colaboró en la cobertura de la rueda de prensa en la cual el jefe de la Policía, general Neit Nivar Seijas, daba los detalles de la muerte de Rubirosa Fermín junto a dos muchachos desconocidos.
Mi permanencia en El Caribe se extendería por cinco años, hasta febrero de 1983. Luego de ese prolongado tiempo he regresado a las páginas de El Caribe, esta vez con opiniones y no como reportero de asuntos policiales, legislativos, políticos, económicos y generales como aquella etapa tan hermosa que todo periodista debe de agotar.
Volver a escribir en este diario es como regresar al puerto de origen, como el cuento del profesor Juan Bosch, y sentir que el tiempo no ha pasado. Solo que el tiempo sí ha pasado, puesto que entre la etapa de novato a la fecha han transcurrido 37 años.
Y espero que de aquí a la próxima parada transcurran otros 37 años…Si no es mucho pedir. La vida, diría un teórico, es un constante ir y venir.
(Nelson Encarnación es un periodista con una dilatada carrera. Estará colaborando con elCaribe con una entrega semanal, cada viernes)
