Pujols y la masacre de Texas

Arlington, Texas. Objeto de críticas por fallar una jugada y por no hablar con los medios tras la derrota del segundo partido, Albert Pujols respondió con potencia en una noche que ahora pertenece a la historia de las Series Mundiales.

Arlington, Texas. Objeto de críticas por fallar una jugada y por no hablar con los medios tras la derrota del segundo partido, Albert Pujols respondió con potencia en una noche que ahora pertenece a la historia de las Series Mundiales.

“Siempre van a criticar, de eso nadie se puede preocupar. Solo me paré a seguir haciendo buenos swings y gracias a Dios que pude ayudar a mi equipo a ganar”, comentó Pujols a El Caribe después de su magnífica labor de tres cuadrangulares para unirse a Babe Ruth (1926-28 ambas contra los Cardenales) y Reggie Jackson (1977 contra los Dodgers) como los únicos en hacerlo.

Aun así, algunos de sus compañeros entienden que los ácidos comentarios por su pifia ante el disparo de relevo de Jon Jay que permitió que Elvis Andrus pasara a segunda y eventualmente anotara la carrera despertaron al monstruo.

“Cuando las avispas están tranquilas, no se cuquean, no se despiertan”, señaló Rafael Furcal. “Ese hombre (Pujols) hay que dejarlo tranquilo. Él es el mejor y no me sorprende que vuelva y pegue par de tablazos más. El respondió como los grandes”, agregó.

Para Octavio Dotel, los señalamientos de que no habló con la prensa después de la derrota en San Luis fueron injustos y Alberto habló como el mejor que es. “¿Y ahora qué van a decir? Ahí les dio la mejor respuesta. Y que quede claro, aquí en este camerino y creo que pocos en el béisbol se sorprenden de eso, porque él es el mejor pelotero. Que a nadie le sorprende si viene mañana (esta noche) y suelta par de tablazos de nuevo”, expuso.

“El es el mejor, eso es lo que hace”, comentó el zurdo Darren Oliver, quien en conteo de 2-2 permitió el último de los jonrones de Pujols en el noveno. El primero fue contra su compatriota y lanzador derecho Alexi Ogando en el sexto episodio en conteo de 2-1. El segundo al también zurdo Mike Gonzalez en el séptimo al primer envío que vio.

Alberto es apenas el segundo con cinco imparables en un juego de Serie Mundial (Paul Molitor en 1982 con Milwaukee contra San Luis) y es el tercero con seis remolcadas en un partido de Serie Mundial, uniéndose a Bobby Richardson (1960 con los Yankees) y Hideki Matsui (2009 con los Yankees).

“Para mí es un honor estar en esa compañía”, dijo Alberto en relación a Ruth y Jackson. “Pero no juego por números, sino para ganar, juego para mi equipo, mis compañeros y los fanáticos. También represento a millones de dominicanos que de seguro estuvieron disfrutando esto conmigo y que oran para que las cosas me salgan bien”, comentó.

Pujols tuvo que responder preguntas por más de una hora y en ningún momento perdió la compostura, con todo y que acababa de registrar una jornada que pertenece a los libros sagrados de las Mayores.

El Salón de la Fama le espera con ansias para saber cuáles piezas donará, ya sea su bate, gorra, guantillas, zapatos deportivos, en fin, algún recuerdo para el templo donde están los grandes.

Al final de su labor, su esposa, Deidre, junto a Albert Junior aguardaban en las afueras del camerino de los Cardenales.

Alberto se mantenía sereno, a pesar de ser el autor de la “Masacre de Texas”. “Hay que salir a jugar fuerte de nuevo. Este juego ya terminó”, fueron sus últimas palabras.

Así hablan los grandes.

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