Radhamés Polanco, por los caminos del teatro vanguardista

“Por los caminos del hambre acontecen palomas”, escrito y dirigido por Radhamés Polanco, es un monólogo interpretado por Fausto Rojas y escoltado por Irmgard Karoline Becker y Luvil González.

“Por los caminos del hambre acontecen palomas”, escrito y dirigido por Radhamés Polanco, es un monólogo interpretado por Fausto Rojas y escoltado por Irmgard Karoline Becker y Luvil González.Es el trabajo escénico más difícil de hacer, si es que hay algo fácil de crear colmado de imaginación, innovación y entrega total como el caso. Se necesita, además, instinto, paciencia, absolverse de todo y solo mirar lo que se está haciendo con trance de hasta la vida misma. Hacer teatro ya es un riesgo, y meterse en un monólogo intenso… imagínese.

Se escribe un monologo, y su representación es como reescribirlo una y otra vez en escena. Un monólogo, para que se entienda bien, y como dice Patrice Pavis (1999), es un alegato que el personaje hace hacia sí mismo. En su escenificación no hay “cuarta pared” pues se envuelve en una suerte de mimetismo de la realidad, aunque ya sabemos que “hablar a solas” se da en contextos reales cuando hay experiencias volubles.

Así, el autor traduce en escena su propia realidad y su discurso a partir de convenciones objetivas de la realidad donde cita, por ejemplo, lugares de vivencias reales, principalmente de artistas de la escena que abejonean por el Palacio de Bellas Artes de la Máximo Gómez con Independencia.

Se expresa en escena, lo que es un desafío de interpretación, esos sentimientos, especulaciones y reflexiones en voz alta. La fuerza del teatro se da con mayor ímpetu cuando la platea es explícitamente envuelta, como en este montaje. En ese contexto de este monólogo, a más no poder extenso e intenso, Fausto atrapa y nos acarrea a su cosmos, nadando en sus pensamientos, haciéndonos sudar los ojos con su colosal talento. Su performance no se circunscribe a lo obvio, sino que se embarca en una corrida de gimnástica teatral bellamente expuesta, donde es difícil llegar si no se tienen los presupuestos actorales absolutos y que, lógico, dirigidos con buenas manos en el timón, como la buena dirección que Radhamés confecciona con donaire y obvio oficio.

Voces trabajadas, corporización sostenida de fantasmas sublimemente interpretados por Irmgard, el patetismo que le imprime Luvil a su personaje con su voz y andar de pasitos hacia adelante y hacia atrás con un avanzar que no avanza, sino detenido entre las tragedias diarias de una mujer echada a su suerte. Tres personajes sin bautices precisos, un hombre y su espejo chocante de una mujer con tanta suerte como la de él pero ya sin sueños, y él que se rodea de ángeles-palomas que le visitan pero no se queda con él, que le rechazan cuando busca la espiritualidad que personifican y para él esas palomas son sus eternas esperanzas. Voces que no son voces sino lamentos irreprimibles.

La obra teatral continúa en escena

Este monólogo, además de los valores formales, vale la pena por su provocativa cavilación de nuestra simultaneidad teatral. La pieza teatral continuará en escena en el Centro Cultural Babeque, de la avenida Roberto Pastoriza 329, a las 8:00 de la noche, y el domingo a las 7:00 p.m. 

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