Hace días que no sesiono con Vicente Bengoa, más que mi amigo, mentor y protector, porque ese sí que ha asumido con fruición su rol de pre-jubilado y está más que entregado a disfrutar de la vida campestre y muy ocasionalmente, de la bohemia, que es casi consustancial en su existencia, sin menoscabo de estar actualizado de la política y la economía, que han sido –y siguen siendo- la pasión de su vida. Sin embargo, he de localizarle en las próximas horas para que me confirme el reporte que me llegó ayer en el sentido de que están en marcha aprestos para reactivar el movimiento Fila, que surgió bajo su inspiración y égida a principios de la década pasada y que jugó un rol estelar en la promoción y aupamiento del retorno al poder del presidente Leonel Fernández y el PLD, así como en los comicios de 2008 y 2012. De ser ciertos mis informes, de nuevo oiremos la consigna Ponte en Fila…
Las cuotas
Dicen por ahí que en muchas ocasiones, no hay peor enemigo de un profesional u oficiante de cualquier disciplina que un colega, sea por envidia o resentimiento, así como no hay un mayor racista que una víctima del racismo, o una peor feminista que una víctima del machismo. Son decires pero que en ocasiones se tornan en realidades. No soy machista ni antifeminista, pero creo que ese invento de aplicar cuotas femeninas para cualificar resultados de elecciones o escogencias es la más pésima demostración de autodiscriminación que aplican quienes se abrazan a ese mecanismo para alcanzar posiciones. Entiendo que la mujer, de por sí, tiene iguales potencialidades que el hombre para el desempeño con eficiencia y eficacia de cualquier responsabilidad, sin necesidad ni obligatoriedad de cuotas que hacen que muchas se recuesten para que ciertos objetivos les lleguen por default. Hay quienes tienen igual criterio pero temen expresarlo para que no les califiquen de machistas, pero esta es una realidad del tamaño de la bolita del mundo, como diría mi nieto de pocos años…
