Por lo general, el diabético tiene alteraciones del perfil lipídico (dislipidemia) con elevación del LDL (colesterol malo) que aumenta el riesgo de ataque cardíaco. Las drogas llamadas “estatinas” (atorvastatina, provastatina, rosuvastatina, fluvastatina, simvastatina) son la terapia más potente para bajarlo, y pueden reducir el LDL hasta 25% a 55% y al mismo tiempo reducir la inflamación crónica de las arterias y la formación de las placas de aterosclerosis.
En el boletín del JohnsHopkins comentan que en el 2008, en un trabajo publicado por The Lancet sobre el análisis de 14 estudios clínicos en 18,686 personas con diabetes, encontraron que los que tomaron estatinas disminuyeron el riesgo de ataque cardíaco y cerebral en 20% por cada reducción de 39 mg/dl del LDL, aún cuando el colesterol no estuviera inicialmente elevado.
Se recomienda pues, que cualquier persona diagnosticada con diabetes tipo 2 con enfermedad cardiovascular debe tomar alguna estatina sin importar sus niveles de colesterol, y aunque se habla de 100mg como valor máximo normal de referencia para el LDL, lo ideal es mantenerlo por debajo de 70mg con lo cual se puede reducir significativamente el riesgo de ataque cardíaco.
Como la alta presión està frecuentemente presente en el diabético, es un factor de riesgo muy importante que hay que mantener a raya. Los niveles de presión deben estar siempre por debajo de 130/80mmHg. En el diabético aplica también el control del exceso de peso, el hábito de fumar y la falta de ejercicio físico. Es indispensable practicar ejercicio físico (caminar) todos los días.
Para el seguimiento de control diabético disponemos de una prueba importante: la hemoglobina glicosilada (A1c) que sirve para regular los niveles de glucosa en la sangre, el diagnóstico de la diabetes y es un predictor de riesgo cardiovascular. Por su importancia le dedicamos un artículo hace 3 semanas.
