El 26 de enero del 2013 celebramos en la República Dominicana el Bicentenario del nacimiento del Patricio Juan Pablo Duarte. Él no sólo fue el promotor de nuestra Independencia, sino que con sus ideales y ejemplos se constituye en prototipo de conducta para la vida privada y pública de todos los dominicanos.

Con tal motivo la Conferencia del Episcopado Dominicano dedicó su Mensaje de febrero 2013, íntegro, a Duarte, su vida, ideario y acciones. Lo tituló “En el Bicentenario de Juan Pablo Duarte, renovemos nuestros ideales”.

El documento desarrolla 16 temas. He aquí, en esta entrega, el resumen de los 10 primeros. Los seis restantes los entregaremos la próxima semana.

I. Duarte: fe y auto-superación
Juan Pablo Duarte y Diez nació en el barrio de Santa Bárbara, en la ciudad de Santo Domingo, el 26 de enero de 1813. En una cristiana familia, compuesta por Juan José Duarte, natural de Vejer de la Frontera (Cádiz), y Manuela Diez, oriunda de El Seibo. Fue bautizado por el padre José Ruiz, en la iglesia de Santa Bárbara, el 4 de febrero de 1813. A los seis años “recitaba de memoria el catecismo”.

Ante la imposibilidad de asistir a escuelas superiores en Santo Domingo “los pocos conocimientos que adquirió fueron debido a su amor al estudio” y férrea voluntad y deseo de superación, logrando fijarse un objetivo: dar un nombre a su pueblo y que sea digno de llevarlo.

II. Duarte: el orgullo de ser dominicano
El mismo Duarte escribió una nota a su hermana para decirle: “Juré en mi corazón no pensar ni ocuparme sino en procurar los medios para probarle al mundo entero que teníamos un nombre propio, dominicano, y que éramos dignos de llevarlo”.

III. Duarte: “Dios, Patria y Libertad”
Fundó la Sociedad Secreta la Trinitaria, con el lema “Dios, Patria y Libertad”. También la Filantrópica, para propagar los principios de la Independencia Dominicana, con representaciones de piezas teatrales.

IV. Duarte: honor y libertad
Por su labor a favor de la Independencia Dominicana, fue perseguido por el gobierno haitiano y obligado a emigrar a Venezuela para salvar su vida en 1843, buscando apoyo en ese país hermano. Sin embargo, Duarte no era enemigo de los haitianos y escribió: “Admiro al pueblo haitiano; lo admiro porque conozco su historia. Ese pueblo ha luchado desesperadamente contra poderes excesivamente superiores y los ha vencido para salir de la triste condición de esclavo y constituirse en nación independiente. Le reconozco dos grandes virtudes: el amor a la libertad y el valor… Pero los dominicanos también… Nosotros tenemos que reivindicar nuestro honor, nuestro nombre y nuestra libertad”.

Los dominicanos y haitianos somos dos pueblos hermanos, nacidos en la misma tierra. Duarte busca que ambos pueblos sean respetados y ayudados a reencontrarse en su historia, fortalecer su liderazgo y respetar a su gente. Sólo lograremos una pacífica convivencia y una cooperación fraterna si ellos y nosotros mantenemos nuestra propia identidad y desarrollamos nuestros propios recursos.

V. Duarte: austeridad y sacrificio
Mientras tanto, aquí, otros grupos dominicanos se unieron a los trinitarios y proclamaron la Independencia Nacional el 27 de febrero de 1844.
Como Duarte, todo el que quiera salir triunfante en un proceso de liberación, ha de llevar consigo, como a un amigo, al sacrificio y la austeridad. Son los medios más eficaces en momentos de crisis morales, económicas y sociales para subsanar los errores pasados.

VI. Duarte: honradez, honestidad y transparencia
El 4 de febrero había dado prueba de su pureza como patriota y ahora la daba de su pulcritud como administrador. El 12 de abril de 1844, Duarte devolvió al Tesorero Nacional, Miguel Lavastida, 827 pesos de los 1,000 recibidos e hizo entrega de un informe pormenorizado de 173 pesos gastados en la tropa. Durante la campaña militar anotó cuidadosamente los gastos desde su salida, como eficiente contador. He aquí el paradigma de honradez, honestidad y transparencia, para todo dominicano que participe en la política pública. Esta rendición de cuentas constituye un permanente ejemplo y estímulo para los gobernantes y ministros que manejan fondos públicos o administran dinero ajeno, teniendo a su disposición, hoy, tantos medios sofisticados para una rápida y exacta rendición de cuentas, que acredite su honorabilidad.

VII. Duarte: democracia, defensa de la ley y el bien común
Establece como fin último del Estado el principio del Bien Común: “Puesto que el gobierno se establece para bien general de la asociación y de los asociados, el de la Nación Dominicana es y deberá ser siempre ante todo, propio y jamás de imposición extraña…”. Pero, más que nada define el carácter del gobierno: debe de ser propio, no impuesto; popular, procedente de la voluntad del pueblo; electivo, fruto de un proceso electoral; representativo, de las voluntades e intereses de sus electores; republicano, elegido y alternativo; y sobre todo, responsable de sus actos. Y para la mejor y más pronta expedición de los negocios públicos se distribuye en poder municipal, legislativo, judicial y ejecutivo.

VIII. Duarte: gratitud y sentido de justicia
Me habéis dado una prueba inequívoca de vuestro amor, y mi corazón agradecido debe dárosla de gratitud. Ella es ardiente como los votos que formo por vuestra felicidad. Sed felices, hijos de Puerto Plata, y mi corazón estará satisfecho aún exonerado del mando que queréis que obtenga; pero sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ése es el primer deber del hombre; y sed unidos, y así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la Patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro: el veros libres, felices, independientes y tranquilos”.

IX. Duarte: perseverancia en la fe y moral católica
Respecto a las creencias religiosas, en su proyecto de constitución Duarte redactó: “La religión predominante deberá ser siempre la católica, apostólica, sin perjuicio de la libertad de conciencia y tolerancia de cultos y de sociedades no contrarias a la moral y caridad evangélicas”.

Duarte permaneció católico a pesar de que un miembro cualificado de la misma Iglesia pidiera obediencia a los mandatos y órdenes del General Pedro Santana y de la Junta Central Gobernativa, la que un mes más tarde declararía como traidores infieles a la Patria a los próceres de la Independencia. La fe cristiana mostrada en el juramento trinitario y la invocación de Dios en la primera palabra del lema sagrado, el incluir la Biblia y la cruz en el escudo revelan cómo conservó su fe. En su vida personal, siempre conservó un comportamiento piadoso, al punto que estando en Venezuela, su párroco le recomendó que ingresara al sacerdocio. El Arzobispo Fernando Arturo de Meriño, que conoció a Duarte en Venezuela, dice de él: “Educado en la piedad religiosa, guardó siempre intacto el tesoro de su fe y acudía al Señor en las congojas de su corazón. En su grande alma mantuvo altar para su Dios y para su patria, y así sus virtudes cívicas llevaban el suavísimo perfume de sus virtudes cristianas”.

X. Duarte: humildad y sufrimiento
Duarte y sus compañeros fueron reducidos a prisión en Puerto Plata y trasladados a la capital el 2 de septiembre 1844 y, desde allí, expulsados a Hamburgo (Alemania), en un viaje de 46 días. Luego, en el mes de noviembre emprende viaje llegando por Saint Thomas a Venezuela, en el mes marzo de 1845.

Este decreto revela la afrenta y dolor profundo sufrido con humildad por Duarte y los demás trinitarios; precio amargo, pagado para que hoy tengamos un nombre y una nacionalidad.

CONCLUSIÓN

CERTIFICO: que mi resumen de los 10 primeros temas del Mensaje de la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED), con motivo de la celebración del nacimiento de Juan Pablo Duarte lo transcribí literalmente del texto preparado con tal fin por el Secretariado General de la misma CED y que los seis temas restantes los ofreceré en una segunda entrega.

DOY FE, en Santiago de los Caballeros, a los veinte (20) días del mes de febrero del año del Señor  dos mil trece (2013).

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