El reto de la educación

El sector educativo nacional ha alcanzado uno de los más grandes logros de su historia y a la vez enfrenta uno de los más delicados desafíos.…

El sector educativo nacional ha alcanzado uno de los más grandes logros de su historia y a la vez enfrenta uno de los más delicados desafíos. El próximo año la inversión estatal en la educación pre-universitaria será igual al 4% del producto interno bruto (PIB), cerca de RD$100 mil millones.

Ese monto va mucho más allá, incluso, de las posibilidades financieras del país, pues como se sabe, la presión tributaria dominicana (ingresos recaudados por el gobierno) es de apenas 13.3% del PIB y con la próxima reforma fiscal podría superar el 15%. Sin embargo, aunque se habla mucho de la importancia de invertir en educación, la realidad es que los únicos países del mundo que invierten 4% o más de su PIB en educación, son aquellos con presión tributaria superior al 22%. Imagínense. República Dominicana será la primera nación en América que con una presión tributaria rondando el 15% del PIB destinará el 4% a la educación.

La decisión del presidente Danilo Medina, atendiendo al largo reclamo de una sociedad que decidió exigir el cumplimiento de la Ley de Educación en ese aspecto, es sin dudas loable, pero a la vez significa un reto para el sistema educativo, pues ha de esperarse que al término del próximo año 2013 haya resultados positivos que demuestren que valió la pena el sacrificio económico por la educación.

La calidad de la enseñanza, la mejora en los resultados de las pruebas nacionales de los estudiantes, la ampliación de la cobertura académica y la reducción de la deserción escolar, son parte de los indicadores que deberán mejorar, aunque sea mínimamente durante el primer año de abundancia económica para el sistema educativo.

No es que todo debe cambiar en un año, pero al menos deben verse algunos resultados positivos, pues de lo contrario, se estaría corriendo el riesgo de que los sectores opuestos a esa importante inversión en educación, alcen sus voces para reiterar que el problema no es económico, sino estructural.

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