Una voz crítica desde el mismo seno de la sociedad pensante de los Estados Unidos lo constituye la investigación del periodista norteamericano Theodore Draper sobre la intervención militar del gobierno yanqui a la tierra quisqueyana en 1965, calificándola de torpe, al contribuir con el deterioro de la imagen internacional de la gran potencia del Norte. La Revuelta de 1965: Estudio de caso de la política estadounidense en la República Dominicana documenta y argumenta lo que fue la posición de los norteamericanos decentes frente a la ocupación dispuesta por el entonces presidente Lyndon B. Johnson.
En la obra, cuya publicación de este año cuenta con el auspicio de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias y la Academia Dominicana de la Historia, Draper descalifica la especie de que la ocupación buscó liberar al país del denominado peligro comunista, debido a que los revolucionarios que protagonizaron la revuelta buscaron en principio el apoyo de los Estados Unidos, y el mismo Johnson en un momento llegó reconocer la naturaleza democrática del movimiento.
El colega norteamericano demuestra que el gobierno estadounidense carecía de moral para condenar el giro “comunista” que supuestamente tomó la revolución dominicana, debido a que no le brindó su respaldo al estallar el 24 de abril como iniciativa democrática para reponer en el gobierno al derrocado presidente constitucional Juan Bosch. Tampoco había peligro de una Nueva Cuba.
“Si fue “trágico” que la revolución diera un giro comunista, ¿no fue igual de “trágico” que los Estados Unidos no la apoyasen –como mínimo- antes de que ocurriera tal giro?”, se pregunta Draper. Da crédito a las evidencias sobre la renuncia del presidente de facto Reid Cabral el día 25 y que de su país haber respaldado el proceso éste habría transcurrido incruentamente.
