El Santo Cerro y la tradición cristiana

El templo Nuestra Señora de las Mercedes es el primer santuario mariano de América, erigido justo en la cima del Santo Cerro, lugar que cada año recibe miles de peregrinos que van a rendirle culto a la Virgen, a cumplir alguna promesa y a implorar&#823

El templo Nuestra Señora de las Mercedes es el primer santuario mariano de América, erigido justo en la cima del Santo Cerro, lugar que cada año recibe miles de peregrinos que van a rendirle culto a la Virgen, a cumplir alguna promesa y a implorar por un milagro divino.

El Santuario que venera a la Virgen de las Mercedes, cuyas fiestas patronales concluyen este martes 24, actualmente es remozado por el Ministerio de Turismo. Debe sus orígenes a la época de la colonización, ya que fue establecido por instrucciones de Cristóbal Colón, quien plantó allí la primera cruz del nuevo mundo y donde, se cuenta, invocó la protección de la Virgen. El hoy llamado Santo Cerro formaba parte, en tiempos precolombinos del Cacicazgo de Maguá, y según los relatos, en 1495 mientras se libraba una batalla entre indígenas y españoles, apareció la Virgen de las Mercedes en una gran cruz de madera, que había levantado Cristóbal Colón debajo de un árbol de níspero, lo cual hizo que los indígenas huyeran despavoridos y los colonizadores obtuvieran la victoria. Antes de morir, Colón pidió a su hijo Diego, la construcción en este cerro de una iglesia en honor a la Virgen de las Mercedes y en el año 1527 se establece en el cerro el primer convento de la Orden de la Merced.

Sor Rosa Acosta, de la Orden Mercedaria, explica que a la llegada de fray Roque Cocchia, arzobispo de Sirace, delegado y vicario apostólico en 1877, éste dispuso la construcción del actual santuario, utilizando materiales de la antigua catedral de La Vega Vieja. La construcción inició en 1880, a cargo del arquitecto santiaguero Onofre de Lora, quien duró 17 años erigiéndola. El templo fue bendecido en 1897 por el padre Adolfo Alejandro Nouel, párroco de la Concepción de La Vega y fue intervenido en la primera ocupación americana, siendo párroco Juan Francisco Fantino Falco.

La peregrinación hacia el santuario del Santo Cerro se mantiene durante todo el año, sobre todo en el verano y en la temporada navideña, pero las fiestas patronales no se pueden igualar a otra fecha, ya que los feligreses criollos y extranjeros comienzan sus visitas en masa desde los días previos a las celebraciones, que culminan con el “Día de las Mercedes”.

A tono con los demás santuarios del mundo, en el área frontal del Santo Cerro se construyó una capilla para el encendido de velas y velones que son ofrendados a la Virgen por los creyentes que van a cumplir promesas. El objetivo del lugar destinado para el encendido de velas es evitar el exceso de calor y un posible conato de incendio dentro del santuario.

Pero además, el Santo Cerro es la morada eterna del padre Fantino Falco, cuyos restos están enterrados allí, y según, Sor Rosa Acosta, de la Orden Mercedaria, está en proceso de beatificación.

“El padre Fantino Falco murió en 1979, pero trabajó aquí por más de 20 años, dejando plantada la espiritualidad. Todo eso va sembrando un fervor en la gente, una expansión de la evangelización increíble”, explicó la religiosa.

“En el segundo viaje, cuenta la historia, Colón trajo la imagen Virgen de las Mercedes, donada por los reyes de España. La advocación de la Merced significa liberación, las cadenas rotas en las manos significan la liberación, y además significa favores.

Al ser proclamada patrona del pueblo dominicano, tomó un auge muy profundo en la fe. La gente llega aquí con promesas de todas partes del mundo, llegan llamadas para las misas, llegan con flores y velones, porque tienen mucha fe en la Virgen”, expresa Sor Rosa Acosta.

Vía de acceso

Para llegar al Santo Cerro o Santuario de la Virgen de las Mercedes, hay dos vías de acceso, una que va desde La Vega a Moca, que le llaman la carretera vieja, y la otra que va desde la autopista Duarte.

Regularmente los peregrinos dejan sus vehículos al pie del cerro y caminan la cuesta hasta el santuario, algunos cumpliendo promesa y otros para disfrutar de la frescura del imponente valle.

Acogida a los peregrinos

Entre los atractivos del santuario está la acogida que se les da a los peregrinos, ya que las hermanas Mercedarias, que tienen más de 90 años cuidando el santuario, junto a los sacerdotes, laicos y fieles han conformado un ambiente de espiritualidad y comunión para acoger a los visitantes. Pese a haber un horario establecido para la celebración de misas, cuando llegan fieles en peregrinaje, les ofrecen servicios de confesión, asistencia espiritual y celebración de la eucaristía.

Herencia colonial

Relata la historia que en ese lugar lo primero que existía era un calvario de cruces, donde llegaban devotos de toda la isla. Allí fue celebrada la primera eucaristía en América, el 6 de noviembre del año 1495 y la celebración de los primeros bautizos, que marcaron el inicio de una tradición de fe. En el 1525, fue construida una ermita junto al convento de los mercedarios y otra en 1546, junto al calvario, pero un terremoto ocurrido en 1842 la destruyó, siendo reconstruida; luego, en 1869, un huracán nuevamente la dejó casi destruida. A pocos metros del santuario hay un árbol de níspero que, de acuerdo a lo expresado por Acosta, es descendiente del primer níspero que Cristóbal Colón extrajo un leño para hacer la primera cruz que se implantó en el santuario. Justo dentro del santuario está lo que se denomina el “Santo Hoyo”, el lugar donde fue enclavada la cruz como símbolo de fe.

Souvenir para el recuerdo

Para quienes quieren llevar un recuerdo del Santo Cerro o continuar venerando a la Virgen en sus casas, la parroquia posee una tienda donde se expenden artículos religiosos, prácticamente a precio de costo. Además, en todo el trayecto del cerro hay diversas casetas que ofertan imágenes religiosas y otros souvenirs.

Santo Hoyo
En lo que fue llamado el Santo Hoyo,  Cristóbal Colón plantó la primera cruz y pidió la protección de la Virgen.

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