Seamos pescadores, no redes

Hace días recibí la foto de una clínica, con un letrero en broma que decía: “Centro de Rehabilitación de Facebook”. Al principio me reí, luego me preocupé, especialmente al recordar aquella fiesta de chicuelos a la que por casualidad asistí,&#

Hace días recibí la foto de una clínica, con un letrero en broma que decía: “Centro de Rehabilitación de Facebook”. Al principio me reí, luego me preocupé, especialmente al recordar aquella fiesta de chicuelos a la que por casualidad asistí, donde las parejas utilizaban sus celulares mientras bailaban. La doncella lo hacía con sus brazos amarrados detrás del cuello del imberbe, el cual hacía lo mismo alrededor de la cintura de la dulcinea. Era algo realmente ridículo, cada cual aislado, sonámbulo, el otro y la otra no importaban, y mucho menos el ritmo de la música.

Mi primera impresión es negativa cuando observo a alguien ensimismado con un telefonito entre las manos, utilizando sus pulgares como ráfagas, indiferente a lo que ocurre a su alrededor, sin el mínimo deseo de compartir con los demás.

Eso es mala educación, un irrespeto al prójimo. En ocasiones esa conducta revela problemas de personalidad, desde falta de cariño hasta complejos de inferioridad. Y no hay que ser sicólogo o siquiatra para llegar a esa conclusión, basta contemplar la cara y los gestos de los “chateadores” para notar que en ese cerebro algo no anda bien. Los dependientes del internet crecen con muchas deficiencias. Perdonen la crudeza.

Y me voy más lejos: muchos padres han tenido la tentación de destruir o botar un celular, ya “jartos” de que sus hijos pasen todo el tiempo con ese aparatito, como si fuera su corazón. Y si se le pierde o se lo quitan como castigo, viene el berrinche y el pataleo.

Pero la realidad está ahí. La modernidad generalmente se impone a un ritmo más acelerado que la educación en el hogar y en la escuela. Y eso conlleva serios peligros, donde no escapan los adultos. Un caso muy común lo representa el facebook, considerado por algunos como el espionaje más grande en la historia, pues desde el momento de que aceptamos ser su usuario toda nuestra información e imágenes pasan a ser de su propiedad, incluso después de nuestra muerte.

Por medio del facebook recibo mensajes de todo tipo, la mayoría son nobles, interesantes y constructivos. Otros, por desgracia, son obscenos, calumniadores, manipulaciones mediáticas… con los últimos debemos ser cuidadosos, sobre todo cuando hay menores de edad con acceso a ellos. En ese tenor, sugiero una campaña para que cada vez que alguien nos envíe un correo vulgar, eliminemos inmediatamente de nuestro facebook al “amigo” que lo hizo, que eso promoverá la decencia y nos evitará momentos embarazosos.

Lo humano como forma de vida y lo tecnológico como complemento pueden coexistir en armonía, y quien lo consigue atrapa más peces en el mar. Seamos primero pescadores, no redes.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas