Secretos sombríos y vibraciones añosas en la cocina dominicana

Pedro Delgado Malagón se confiesa y se libera de su incredulidad sobre la cocina dominicana. Para ello tuvo que encontrarse con “El Evangelio Culinario de María”, como describió el libro “La Cocina Dominicana”, escrito por María Ramírez,&#823

Pedro Delgado Malagón se confiesa y se libera de su incredulidad sobre la cocina dominicana. Para ello tuvo que encontrarse con “El Evangelio Culinario de María”, como describió el libro “La Cocina Dominicana”, escrito por María Ramírez, en cuyo prólogo, de Hugo Tolentino Dipp, se resaltan los incidentes y cruzamientos que fructifican en la realidad seductora de nuestro mestizaje culinario. Destaca que “la cocina del dominicano no es la ‘cocina de palacio’, sino un producto de la etnología, o de una mezcla de biología y etnología. Sin duda, en el ‘sancocho de siete carnes’ (según María: “favorito y más representativo entre los sancochos dominicanos”) hay herencia y aptitud, esto es, excitación y penuria, sibaritismo y albur. La noble pócima reclama longaniza, tocino, pollo, res, chuletas ahumadas, chuletas frescas y “carne de chivo con huesos de sopa”.

En su descripción de la cocina criolla, Malagón precisa que “la gran cocina no es un privilegio de los opulentos. Las clases ricas, los pueblos ricos, no son necesariamente los que mejor comen”. Y que  “la culinaria nuestra —ahora lo descubro— está preñada de secretos sombríos, de colores quemantes, de vibraciones añosas y sensaciones urgentes”.

La ciudad de Santo Domingo no solo está rodeada de tierra, sol y agua, sino también de importantes y trascendentales monumentos, que son testigos de hechos que marcaron la soberanía de República Dominicana.

Santo Domingo de Guzmán es la principal capital de República Dominicana y posee, entre todas sus provincias, la mayor cantidad de monumentos arquitectónicos históricos. Una gran parte de ellos están concentrados en la Zona Colonial, cuna de la civilización y patrimonio de la humanidad.

Entre los baluartes que posee como  parte del patrimonio arquitectónico cultural están El Alcázar de Colón, que fue la casa del Almirante Don Diego Colón; el  Reloj del Sol, Capilla de los Remedios, el Baluarte 27 de Febrero, la Catedral de Santo Domingo, ex Convento Dominicos y la Iglesia de San Lázaro.

También está la puerta de San Diego, la Fortaleza Ozama, la Iglesia de San Nicolás, el Fuerte de San Gerónimo, el Fuerte de Haina, la Iglesia de San Miguel, Las Ruinas del Fuerte de San Gil, Ruinas del Ingenio de Engombe, Ruinas e Instalaciones del Ingenio de Palavé, la Iglesia de Santa Bárbara, Iglesia de Regina Angelorum, Iglesia de el Carmen, Iglesia de San Carlos, Iglesia de Santa Clara y la Iglesia de San Andrés.

Testigos vivos de hechos históricos

Durante su dictatorial mandato, el ex presidente de la República, Rafael Leónidas Trujillo, declaró bajo el decreto número 63, en su artículo único del 26 de noviembre de 1930, a varias edificaciones arquitectónicas como monumentos nacionales.

Los monumentos que fueron instituidos por el entonces gobernante como tal está el Baluarte 27 de Febrero, la Santa Basílica Metropolitana, la antigua iglesia del Convento de los P.P. Predicadores, la actual Sacristía de la Iglesia de San Lázaro; el Alcázar del Almirante Don Diego Colón, la Puerta de San Diego, el Homenaje y la Iglesia de San Nicolás.

La casa fuerte de Don Diego

También llamado Palacio Virreinal de Don Diego Colón, es el edificio que alberga el Museo Alcázar de Colón, testigo fiel del pasado colonial del país.

Fue construido entre los años de 1511 y 1514, tiene un estilo gótico mudéjar  y algunas características renacentistas en sus arcadas, así como un estilo isabelino que se puede observar en las borlas que lo adornan.

Este edificio fue el primero de su tipo construido en la época colonial. Por  este lugar pasaron grandes conquistadores españoles entre los que se destacan Hernán Cortés y Pedro de Alvarado.

Puerta de San Diego: fue restaurada en el año 1980 y está flanqueada por columnas endosadas al muro.

Está Ubicada detrás del Fortín de San Diego y es la única puerta ornamentada de la ciudad que presenta elementos arquitectónicos de fantasías en su decoración, en estilo Plateresco.

Reloj del sol: esta importante pieza colonial permanece cimentada en el mismo lugar en que fue establecido, en 1753, en la plaza que lleva su nombre, y está ubicado al final de la calle Las Damas y antes de la Plaza España, en la Ciudad Colonial.

Esta arquitectura forma parte de los grandes atractivos de la zona y es uno de los pocos en el mundo que aún se conservan con el pasar de los años.

Este reloj fue construido durante el reinado de Carlos III por orden de Francisco de Rubio y Peñaranda, gobernador en aquel entonces, de Santo Domingo.

Esta columna se construyó con la finalidad de que los magistrados pudieran ver la hora desde sus despachos y es un reloj que cuenta con dos caras. Una es la del Sureste donde se ven las horas de la mañana y la otra la del Suroeste donde se leen las horas de la tarde.

Las horas en este reloj son marcadas por una placa metálica cuya sombra marca las horas en las caras. Esta pieza con sus características, es una de las pocas que se mantienen funcionando en América.

Capilla de los Remedios: esta edificación fue construida entre los años 1541 y 1554 por Don Francisco Dávila, durante el Gobierno del Almirante Ignacio Caro.  La también llamada Capilla de los Dávila guarda muchas historias y secretos, algunos de los cuales fueron revelados en placas que aún se exhiben en la entrada de la capilla y otros nunca serán descubiertos.

Para el año 1861 fue declarada Capilla del Comandante general, mientras que en el 1886, Doña Mercedes de la Rocha la regaló a la Iglesia para celebrar el culto de Nuestra Señora de La Altagracia, durante la construcción de la iglesia en Santo Domingo y posterior a esto se veneraba y aun se hace a Nuestra Señora de los Remedios.

Esta iglesia  está ubicada en la calle Las Damas, en la Zona Colonial.
Baluarte 27 de Febrero y Puerta del Conde: este es uno de los íconos más representativos de la soberanía nacional y de Santo Domingo. Aquí fue donde Matías Ramón Mella, uno de los padres de la patria, disparó el trabucazo que marcó la Independencia Nacional.

Este lugar sirvió de escenario para que se llevara a cabo el primer acto de Independencia de la República el 27 de febrero del año 1844. Fue aquí que se izó por primera vez la Bandera Nacional en el mismo año.

Al principio era llamada “Bastión de San Genaro” y la puerta servía de entrada a la ciudad. A mitad del siglo XVII la puerta que estaba cerrada fue abierta.
Se le dio el nombre de “Puerta del Conde” en honor a la defensa hecha a la ciudad por Don Bernardino de Meneses Bracamonte y Zapata, Conde de Peñalba, contra la invasión inglesa de William Penn y Venables, en el año 1655.
La Puerta del Conde está ubicada al final de la calle que lleva el mismo nombre, a través de la cual se puede acceder al Parque Independencia.

El parque contiene los más importantes monumentos relacionados a la independencia y los próceres dominicanos. Fue rediseñado en 1912 por el arquitecto Antonin Nechodoma; en ese tiempo había una calle de separación entre la muralla y el recién creado parque.

En esta área se encuentra alojado también el “Altar de la Patria”, un Mausoleo de mármol blanco y arriba del portal el Escudo Nacional; en su interior las estatuas de los tres Padres de la Patria: Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, cuyos restos reposan en tres nichos ubicados en la parte inferior, donde arde la llama votiva.

La puerta fue recientemente remodelada y se está trabajando en el remozamiento del parque y luminarias.

La Catedral Primada de América: como su nombre lo indica, es la primera iglesia del Nuevo Mundo y es conocida también como la Catedral de Santo Domingo. Su nombre completo es Catedral Metropolitana de Santa María de la Encarnación” y es una de las obras arquitectónicas más importantes del país.

La iglesia está ubicada entre las calles Arzobispo Meriño e Isabel La Católica, junto al Parque Colón; quedando su puerta principal al oeste, frente a la calle Arzobispo Meriño, casi esquina Arzobispo Nouel.

La primera semana de este mes se comenzó el proceso de restauración de la catedral con una inversión de 50 millones de pesos. La reparación total del edificio ha sido dividida en tres etapas.

La primera fase abarcará la fachada y todo lo exterior. La segunda se tiene estipulado  iniciar el próximo año y comprende  la parte interior.  Luego le prosigue el acondicionamiento del entorno del templo religioso que constituye la tercera y última etapa.

La construcción del santuario comenzó en 1512, bajo la dirección del obispo fray García Padilla. La llegada del obispo Alejandro Geraldini, en 1519 motivó la construcción de un templo de mayor solemnidad, por lo cual se decidió la construcción del actual templo, cuya primera piedra se colocó en 1521.

Esta edificación cuenta con solidas paredes, dos de sus puertas tienen un estilo gótico y las otras dos son de plateresco.  Es sin dudas un  exquisito tesoro artístico nacional y un valioso patrimonio cultural de la República Dominicana.

Antiguo Convento Dominicos: El Antiguo Convento de los Dominicos forma parte del conjunto de edificaciones Patrimonio de la Humanidad, por lo que en su interior al igual que los demás monumentos guarda interesantes historias, algunas de las cuales fueron contadas y otras simplemente están silentes entre sus muros. 

Esta arquitectura histórica es una de las edificaciones más antiguas del Continente Americano y  su construcción inició con la llegada de la Orden de los Dominicos a Santo Domingo alrededor del 1510.

Para el 1534 el Convento comenzó sus clases y en 1538 se convirtió en  la primera universidad de América, llamada Universidad de Santo Tomás de Aquino, a  la cual posteriormente se le denominó Universidad Primada de América, y hoy día se conoce como la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Iglesia de San Lázaro: Ubicado en la calle Santomé, esquina Juan Isidro Pérez, en Santo Domingo, estratégicamente este templo no se ubicó cerca de la mayoría de los edificios coloniales, porque fue construido con la finalidad de mantener apartados a los contagiados con lepra y desvalidos. De esta edificación colonial no se conoce la fecha exacta de su construcción pero se sabe que para 1554 ya estaba iniciada, y no solo funcionaba como iglesia sino también como hospital. Esta es una de las pocas iglesias coloniales que no funciona como tal en la actualidad y tampoco opera el hospital.

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