Los miembros del Tribunal Superior Electoral (TSE) han estado muy ocupados después de las pasadas elecciones, un período que se supone de baja actividad entre los partidos, propio para las reflexiones y los procesos de reestructuración.
Pero en República Dominicana el activismo político está cargado de elementos que suelen romper los esquemas que deben normar a los actores. Uno de ellos es el uso de las formaciones a conveniencia. Las minorías difícilmente se acogen a las decisiones de las mayorías como supone el centralismo democrático.
Y cuando los resultados de determinados procesos no les resultan convenientes, actúan en detrimento de la institucionalidad interna.
Esas querellas adquieren matices graves. A veces se dividen radicalmente. Otras veces se mudan a otras organizaciones. Por esas y otras razones se insiste en la necesidad de implantar una ley que rija la vida de los partidos, de modo que ayuden de verdad a fortalecer la democracia.
Ayer, el TSE emitió una sentencia que restituye los derechos de membresía de un grupo de dirigentes y militantes del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), que habían sido expulsados.
El reformismo es una agrupación conservadora, tradicional, que después de la muerte de su líder ha estado algo disminuida, pero que sin embargo juega su papel. Aunque sus militantes tienden al transfuguismo, suelen volver a su matriz. Sobreviven como grupo porque cuando se pelean no se zahieren acremente. No son muy dados a la iracundia.Eso permite una reconciliación menos difícil.
La sentencia del TSE quizás sea una oportunidad para que el reformismo se reagrupe. Esa fuerza tiene mucho sentido práctico de la política, y suele hacer las cosas convenientemente. Un reagrupamiento bien llevado le devolvería algo de energía. Tiene también sus riesgos.
Va a depender del temperamento de las partes. De todas formas, están en juego las habilidades de sus dirigentes. Mientras, la sentencia tendrá que ser acogida. l
