Sobre educación

Mucha gente está contenta con la firme intención del Gobierno dominicano de mejorar la educación. Y no es de extrañar. El tan reclamado 4 por ciento  es ya una realidad.Sin embargo, y sin ánimo de ser aguafiestas, no nos queda más…

Mucha gente está contenta con la firme intención del Gobierno dominicano de mejorar la educación. Y no es de extrañar. El tan reclamado 4 por ciento  es ya una realidad.

Sin embargo, y sin ánimo de ser aguafiestas, no nos queda más remedio que señalar que esos recursos “extra” se estarían desperdiciando, porque su asignación ignora por completo la “esencia” de la formación.

Mencionemos, por ejemplo, la gran obsesión por construir escuelas. Hay gran algarabía al respecto. Pero se olvida que aunque le alegren la vida a cientos de contratistas, ni el cemento ni la varilla por sí solos educan a nadie.

No hacemos nada con que el niño vaya a un hotel 5 estrellas por 12 horas, si ahí adentro no aprenderá gran cosa. Sócrates daba clases en los parques y lugares abiertos, y formó a los mejores filósofos de la humanidad.

Aquí comenzamos al revés. Estas escuelas pueden quedar bonitas y cómodas, pero no aparecerán maestros competentes para enseñarle nada a nadie. Las pruebas que se les han pasado así lo testifican, con sus vergonzosos resultados.
Por otro lado, tampoco hay coherencia en la política docente. ¿Qué incentivo puede tener un maestro para hacerlo bien, si como quiera le van a pagar y si a todos les aumentan por igual? No se premia la excelencia ni se castiga la mediocridad.

Falta además un criterio gerencial para nombrar directores. Lo que suele hacerse es que el profesor “mejorcito” pasa a ser director. Se pierde entonces un buen profesor para ganar un pésimo director, sin liderazgo ni habilidades administrativas.

Con el inmenso terror que se le tiene a la Asociación de Profesores y sus paralizaciones, es prácticamente impensable implementar un estricto sistema de evaluaciones  para reestructurar todo esto y limpiar a los incompetentes.

Mucho menos sugerirles revolucionar el sistema con algo similar al “kam academy”, un método de videos divertidos, a través de los cuales los mejores exponentes del mundo explicarían cada materia. ¡Se atreverían a quemar el país!

Es así como, asignando más recursos a la educación, nos hemos ido por la tangente. Obtuvimos el champagne, pero le quitamos las burbujas. Nos quedamos con la espuma, pero con muy poco chocolate.

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