La sociedad civil ante la coyuntura actual (1 de III)

1. Características del entorno nacionalHoy día, se percibe corrupción en todos los poderes del Estado, Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Municipal. El Ministerio Público y el Poder Judicial se muestran ineficaces…

1. Características del entorno nacional

Hoy día, se percibe corrupción en todos los poderes del Estado, Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Municipal. El Ministerio Público y el Poder Judicial se muestran ineficaces para condenar notorios casos de corrupción administrativa.

Ha crecido la inseguridad ciudadana ante el auge de una criminalidad impulsada por la permisividad gubernamental. Las muertes por “intercambios de disparos”, el incremento de delitos de todo género, los feminicidios y la aparición del “sicariato” son indicios de la consolidación en nuestro país de una “industria del crimen organizado”. Cada día se comprueba una mayor presencia del narcotráfico y del lavado de capitales, practicados impunemente gracias a la complicidad de sectores influyentes dentro del entramado de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, el Estado y el empresariado.

Los partidos políticos “del sistema”, aunque continúan movilizando una aceptable cantidad de votantes, parecen abocados tarde o temprano a una crisis, pues han desertado de su papel de intermediarios entre la sociedad y el Estado, carecen de una filosofía política que norme su accionar y no practican la democracia interna ni la transparencia. La oposición política se muestra irrelevante como opción de poder, sin que exista tampoco una alternativa viable de parte de la “izquierda política”. De perpetuarse esta situación, la República Dominicana podría convertirse, “de facto”, en un sistema político de partido único e hiper-presidencialista, oculto tras una fachada de democracia formal. El predominio del Poder Ejecutivo sobre el Legislativo y el Judicial anula en la práctica la separación entre los poderes del Estado, elemento consustancial al buen funcionamiento de una democracia. En conclusión, el proceso de consolidación de la democracia dominicana, pujante en los años 80 y 90, ha perdido fuelle y sufrido un proceso involutivo en el presente decenio.

Impera la falta de institucionalidad en el Estado y el irrespeto a la Constitución y las leyes.

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