Soplan vientos de guerra

Creo no pecar de exagerado si, evaluando una serie de elementos, dijese que es muy posible la ocurrencia de actos que conduzcan al mundo hacia conflictos…

Creo no pecar de exagerado si, evaluando una serie de elementos, dijese que es muy posible la ocurrencia de actos que conduzcan al mundo hacia conflictos bélicos de gran envergadura en menos tiempo de lo que imaginamos; esto así, de no reconducirse los procesos y juegos geopolíticos que llevan a cabo las grandes potencias actualmente alrededor del mundo.

El pasado 8 de noviembre, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) presentó un informe según el cual, Irán  ha llevado a cabo pruebas “relevantes para el desarrollo de un artefacto explosivo nuclear”. Este informe trae inmediatamente a la memoria aquellas afirmaciones hechas en el 2003 sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, señalamientos que, una vez invadido y devastado este país por la fuerzas angloestadounidenses, nunca pudieron ser corroborados; todo lo contrario, se demostró incluso que un documento de adquisición de uranio mostrado por la inteligencia británica y estadounidense y que según ellos evidenciaba la existencia de armas nucleares en Irak, había sido realmente una falsificación.

Inmediatamente supo de este informe, Israel lanzó amenazas de guerra a Irán, teniendo de frente de inmediato a Rusia, quien asumiendo la defensa de la república islámica, respondió de forma diplomática, pero con total contundencia a las mismas.

Por otro lado, la comunidad internacional quiere el desenlace  de los conflictos que se vienen escenificando en Siria, en donde, según la ONU, han muerto hasta el momento más de 3,500 personas. La Unión Europea ha impuesto sanciones al régimen sirio y la Liga Árabe ha dado tres días de plazo para que Bashaar Al Sadd permita la entrada de observadores árabes. De no ser así, impondrá igualmente restricciones económicas al país. Este panorama en Siria se parecería al acontecido hace poco en Libia y hasta podríamos afirmar que tendría un mismo final si no fuese por  diferencias fundamentales: primero, ni el oficialismo ni la resistencia siria aceptan una intervención militar directa ni indirecta de carácter externo en su territorio; segundo, Rusia y China estarían prestos a utilizar su poder de veto si se pretendiese evacuar una resolución similar a la que sirvió de trinchera para la operación en Libia.

Siria e Irán son socios tradicionales en esta zona; las potencias que pretenden llevar e imponer a Oriente el paradigma democrático occidental sobre la base de la imposición, devastación y apoderamiento de las instancias económicas e institucionales de poder en esta parte del mundo, podrían estar tramando aprovechar la inestabilidad y el descontento cívico imperante allí y tomar a Siria como parte de un plan programático de “desplome inducido” con el fin de debilitar al archienemigo régimen iraní. El problema radicaría en que con Siria cayendo en manos “rebeldes” y con la proliferación descontrolada de armas que existe en esa zona se multiplica el riesgo de violencia sectaria en Irak, el Líbano y todos los países vecinos, rompiendo el status quo imperante en la zona y desatando viejos rencores entre la fundamentalista red yihadista suniita por un lado, que está siendo apertrechada por Arabia y los países del golfo como una manera de restarle fuerzas a Irán y de castrar al mismo tiempo los despertares que amenazan la monarquía absoluta, y, por otro lado, la poderosa fuerza chiita iraní, lo que a la postre podría provocar un desenlace fatal de resultados incalculables.

De manera que, a partir de episodios posiblemente enmarcados en una estrategia geopolítica de las potencias occidentales, se está ambientando un funesto desenlace en esta zona de medio oriente que, unido al constante peligro de una confrontación bélica entre Estados que poseen armamento nuclear, Israel e Irán (según este informe de la OIEA), podría arrastrar consigo a los Estados Unidos como aliado de Israel, de un lado, y a Rusia y China, como adláteres de Irán en el otro extremo.

Preocupa además el hecho de que los Estados Unidos decida hace tan solo unos días incrementar su presencia militar en 2,500 soldados al sur de China y amenazare a ésta con tomar medidas “drásticas” ante su pujanza en la zona en el sudeste asiático, al tiempo que  Obama expresaba que: “Estados Unidos es una potencia del Pacífico y estamos aquí para quedarnos”.

Como vemos, se juegan las cartas. Mientras, el aire contiene indicios de aprestos de guerra cuando deberíamos estar ocupados en sacar el mundo del atolladero económico en el que se encuentra.

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