Suprema demagogia

La demagogia política no tiene límites y lamentablemente en un mundo caracterizado por la doble moral, las más disparatadas ideas  son toleradas y hasta validadas por una comunidad internacional complaciente ante el poder económico de ciertos…

La demagogia política no tiene límites y lamentablemente en un mundo caracterizado por la doble moral, las más disparatadas ideas  son toleradas y hasta validadas por una comunidad internacional complaciente ante el poder económico de ciertos gobernantes o la mística alicaída de fracasados discursos revolucionarios.

Venezuela sigue a la deriva del populismo chavista y su Presidente continúa apostando al más allá que lo comunica con su Comandante a través de pajaritos o imágenes aparecidas a obreros; mientras la economía sigue atrapada por la inflación, el desfase entre la tasa de cambio oficial y la real, así como la carestía de productos básicos.

Pero como la irracionalidad no tiene límites, y los liderazgos no se transfieren, ante la proximidad de las elecciones municipales del 8 de diciembre y el temor de obtener bajos resultados por la calamitosa situación, el Estado Bolivariano decidirá en lo adelante la “Suprema Felicidad Social del Pueblo” a través de un Vice ministro, creado mediante Decreto 506, el cual “ejercerá la rectoría de las políticas, planes, programas y acciones de prevención, protección, salud, atención, educación, recreación e inclusión social”.

A pesar de las polémicas desatadas por el desatino del Vice ministerio creado, Maduro continúa con su discurso demagógico y el pasado 1 de noviembre decretó la llegada de la “Navidad temprana” para dar al pueblo “Suprema Felicidad”.

Nosotros, que nos hemos beneficiado de esas políticas demagógicas a través del Acuerdo de Petrocaribe, deberíamos ir despertando pues la felicidad no se consigue por decreto y si las cosas no mejoran se avecinan momentos difíciles para el sucesor designado por Chávez.

En los últimos años nuestros gobernantes han aumentado los subsidios, creando múltiples programas de asistencia social, que generan adhesiones políticas y promueven dependencias.

Estos subsidios se están exportando para beneficiar a dominicanos  en el exterior, como recientemente se anunció sucederá en Nueva York, donde los dominicanos podrán acceder gratuitamente a los servicios del Hospital Montefiore, debiendo el interesado sólo acudir a nuestro Consulado, donde le atenderá un médico que le hará el referimiento.

Mientras tanto, los dominicanos cuyos empleadores están pagando cotizaciones en el Sistema de Seguridad Social, al igual que ellos mismos, están continuamente en dificultades para recibir atenciones porque el catálogo existente no contempla el procedimiento que debe realizarse o, porque no le aceptan el seguro, entre otras cosas.

Mientras sigamos apostando a aumentar los subsidios y no a fomentar las condiciones para que cada vez más personas tengan un empleo formal que les garantice cobertura de la seguridad social y que este sistema  funcione como debe ser, estaremos transitando el camino equivocado.  Y es que la felicidad del pueblo y la protección social no se construyen con subsidios, viceministros o programas sociales, sino con políticas racionales que generen inversiones, estimulen la creación de puestos de trabajo formales y aseguren servicios públicos eficientes.

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