Cantos premonitorios apegados a la belleza sencilla componen el poemario del educador y abogado Narciso Almonte en el que rescata una vieja tradición asumida por los dominicanos, muy particularmente los campesinos, en la que pronosticaban a partir de los primeros días del año el comportamiento de las lluvias durante los doce meses.
El laureado poeta José Enrique García, prologuista, describe la obra como “un libro de poesías con el propósito de destacar la vida espiritual y social del hombre y su vínculo con la naturaleza”. Quienes provienen de familias campesinas, que vivieron de la agricultura y la ganadería, recordarán cómo sus padres observaban si los primeros doce días eran secos o lluviosos para vaticinar que todo el año seguiría el mismo curso, y prevenir así cualquier inconveniente en la producción agropecuaria.
“Las cabañuelas son parte de la vida misma del hombre como fenómeno climatológico que interactúa entre el medio ambiente y él como eje central de los cambios socioculturales de los grupos humanos”, argumento García.
Los amantes de la naturaleza, sin que necesariamente sean ecologistas militantes, quedarían atrapados en los versos de Almonte, sobre todo si se detienen en el poema que da título al libro: “Es tiempo de cabañuelas/ ¡Mira cómo se levanta el nublado/ detrás de los matorrales!/ Y cómo el viento persigue/ que las nubes descarguen/ en el lomo de la tierra. / Observo los primeros doce días/ en el mes de enero/ y me pregunto, ¿cómo será el tiempo en los meses venideros?/ Se siente la humedad/ y se perciben los vientos/ que arrastran las cabañuelas”.
En tiempo de las cabañuelas se publicó antes de entrar este 2015, cuya sequía aterroriza personas y animales, con pocas expectativas de lluvias. Pese a todo, el cantor no pierde esperanzas y evoca: “de Dios siempre se espera/ recibir con bendiciones,/ los tiempos de las cabañuelas”.
