Una familia grande y con mucho swing

Solo faltó Toño. No se entiende la ausencia cuando se trata de agasajar a los seres que le dieron la vida, pero el Kukito se hizo sentir sin su presencia.

Solo faltó Toño. No se entiende la ausencia cuando se trata de agasajar a los seres que le dieron la vida, pero el Kukito se hizo sentir sin su presencia.En un ameno encuentro, celebrado en su finca de la zona de Nigua, la familia Rosario festejó el 70 aniversario de unión matrimonial de Ramón y Aura, los progenitores de los “Dueños del Swing”, Los Hermanos Rosario. Durante el evento fue realizada una homilía, oficiada por el Párroco de la iglesia San Gregorio Magno de Nigua, en gratitud por la duradera relación sentimental de los padres de los artistas.

Setenta años de unidad

En la actividad, que fue decorada el estilo campestre por Francis Rosario, Dionisia Rosario, primogénita de la pareja, dio gracias al Señor por darles la oportunidad de tener a sus padres aún con ellos, y a todos los presentes por compartir este logro de cumplir 70 años de unidad familiar.

Ramón y Aura, de 89 y 86 años respectivamente, tienen más de 70 años unidos, desde que a los 14 años Ramón decidió llevarse a su amada. En su matrimonio procrearon 14 hijos, de los cuales uno ya no está, el fallecido Pepe. Tienen más de 60 nietos y más de 100 biznietos. Rafa Rosario, líder de la orquesta, expresó la felicidad que sienten al tener a sus padres con ellos, y dijo que una de las enseñanzas que atesora en su corazón es el respeto y el esfuerzo que sus padres siempre pusieron para que ellos salieran adelante y alcanzaran la fama que en la actualidad ostentan.

La familia Rosario es ejemplo de unidad y respeto, aunque la ausencia del kukito, Toño Rosario, se hizo sentir, pero no fue razón para no disfrutar de la bendición de tener aún con ellos a sus queridos padres. Los invitados difrutaron de buena comida, preparada por el chef Wady Robles, y la buena música que los Rosario saben hacer.

El respeto ha sido la clave en el núcleo familiar

Luis Rosario recordó a elCaribe una anéctota de su infancia. Cuando era niño, para ayudar a sus padres vendía correas y otro tipos de objetos, “y una vez llegando a mi casa, mi padre pensó que había vendido una correa porque no la tenía puesta y cuando me preguntó le dije que no, sino que la tenía escondida bajo la camiseta”. Pero no se libró de la pela por no ser obediente.

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