¿Una sociedad autoritaria?

Hay una corriente de pensamiento que sostiene que en la sociedad dominicana existe una tendencia autoritaria profunda, por lo que la mayoría…

Hay una corriente de pensamiento que sostiene que en la sociedad dominicana existe una tendencia autoritaria profunda, por lo que la mayoría prefiere el orden autoritario, como quien dice que el trujillismo forma parte del ADN de la dominicanidad. Según esta visión en cada dominicano hay un trujillito juguetón que a la menor oportunidad sale de bravucón por la boca y los poros.

Las ideas expresadas ante ex-militares por el candidato a la presidencia del PRD, Hipólito Mejía, de que “la gente no necesita tanta libertad, el poder hay que ejercerlo y el orden imponerlo”, su confesión de que “no padece la patología de la libertad”, así como su declaración de que cree “que este país necesita un Trujillo de nuevo, no es posible seguir por estos derroteros” no son triviales, ni casuales.

Muchos de sus defensores han tratado de ubicar lo dicho por el candidato en el contexto de una sociedad permeada por el trujillismo, dicen que no cuidó la forma.

La realidad es que el contenido del discurso buscaba apelar a esa porción de la sociedad que se cree es autoritaria, algo que sus asesores recomiendan. Además, sus años de presidencia muestran que así intentó gobernar.

El 4 de marzo del 2002, el vespertino El Nacional reseñó que en la celebración del cumpleaños del secretario de las Fuerzas Armadas de la época, en la sede de la institución, estuvo presente Rafael Trujillo Lovatón, hijo de Trujillo, quien bailó en pleno Salón Independencia, el merengue

“Recogiendo limosna no lo tumban”, rodeado de guardias y de medio gobierno. “El presidente Mejía se sintió por momentos tentado a bailarlo, pero declinó con una ancha sonrisa.”, apuntó la crónica.

La información causó un gran revuelo en la prensa nacional, por lo que el día 7 de marzo en el periódico Hoy, el secretario de las Fuerzas Armadas calificó de “accidente producto de un desliz”, el baile del merengue trujillista; mientras Mejía sostuvo que la bailada no tenía que ver con el trujillismo, por lo que la información era “una ñoñería de ustedes”, refiriéndose a los periodistas. Ese mismo día 7 de marzo, en el Hoy se informa que: “El Cieguito de Nagua, afirmó que cuando el presidente Hipólito Mejía asiste a una de las fiestas que él ameniza, siempre le ha solicitado que interprete el merengue “Recogiendo limosna no lo tumban”. Recordemos que la Fuerza Aérea le regaló a Mejía una estatua ecuestre: él montando a Pegaso.

Las deficiencias de la democracia, el irrespeto a la ley, la falta de institucionalidad y otros males que padecemos son precisamente herencia del trujillismo. Mirando al pasado no solucionaremos nuestras dificultades, sino construyendo un futuro distinto. Necesitamos un gobierno que padezca la “patología de la libertad” y preserve la democracia como bien colectivo, porque quienes no la padecen se regocijan en la nostalgia del poder personal del trujillismo.

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