Alguien escribió un tuit que por su contenido invita a estas reflexiones. Se trata de José Luis Taveras, personaje que por su forma de escritura del Barroco, he seguido; “pluma sin receso y una caligrafía de aire rimbombante, exageradamente
agitada y viva, despierta y sugerente”.

Es el autor de la “Carta a Leonel”, publicada el 4 de noviembre del 2014, en la que le requería su retiro de la vida política, porque, entre otras cosas, “perdió la fuerza de seducción y que su discurso, además de predecible, es inverosímil porque detrás de cada palabra habrá una historia que la desmienta”.

Guardé en mis archivos esa carta porque estaba seguro, ya en el 2014, que el proceso político llevaría a su autor a reconocer la importancia del liderazgo de Leonel en circunstancias como las actuales. En 2014 era aún temprano para que él llegara a comprender ese proceso, por sujetar (así lo escribió en su carta) sus “decisiones personales a una simple ecuación financiera: costo-beneficio; es decir, qué gano, qué pierdo”.

Esa ecuación de “qué gano, qué pierdo” está asociada a un interés individual y no general. Se asemeja, en sus propósitos, a aquella otra utilizada por algunos de que “en política se hace lo que conviene”.

Leonel se ha enfocado en el interés general y entendió los agravios contra él, desde su salida del poder en 2012, como una forma de descalificación por ser una figura pública con perfil de Estado y sentido histórico.

Con hidalguía y prudencia se detuvo a tratar de entender el origen de tantos agravios. Fue obvio que por su perfil y características se veía en él un personaje capaz de frenar la involución institucional. El error fue calcularle debilidades por ser prudente, y creer que cedería. Se produjo un efecto contrario, la presión lo templaría, como se templa el acero.

El Leonel que el autor de aquella carta ayer pidió retirarse, hoy, sin decir su nombre, le pide en su tuit: “José Luis Taveras (@Josel_taveras) El proyecto de reelección agoniza. Lo tienen en carpeta como armadura de negociación. Espero que los que se oponen no cedan a una reforma que habilite a Danilo a futuro con tal de ellos poder llegar ahora. Negociar sobre esa base es más pérfido que permitirla”.

Implícitamente reconoce que el proyecto reeleccionista “agoniza” porque Leonel, por su perfil de Estado, supo centrar su posición en la defensa a la Constitución, como patrimonio intangible a no ser tocado para saciar apetitos políticos personales, por ser el marco regulador de todos.

Eso le ha dado un liderazgo único en amplios sectores del país. Lo lleva, por consecuencia, a ser el activo (habilitado) más valioso del PLD y preferido del país.

Lo que pueda estar en “carpeta como armadura de negociación” a serle presentada, tiene la premisa de que “la Constitución no se toca”; mucho menos que “la Constitución no está en venta”.
Hemos llegado ahí porque Leonel no está entre los que consideran la actividad política como una “ecuación financiera: costo-beneficio; es decir, qué gano, qué pierdo”.

Leonel encarna una causa, expresada en la aplicación invariable de las normas constitucionales. Alejarse equivale a una negación histórica y a la renuncia del liderazgo. Él lo sabe, por eso yo confío.

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