Este martes, el presidente de la República Dominicana Danilo Medina dejará en funcionamiento la nueva planta depuradora de aguas cloacales construida en el Mirador Norte, junto a la estación de bombeo construida en la Zurza, con un costo de 110 millones de dólares, constituyendo la más importante decisión de inversión que en materia de saneamiento ambiental para la ciudad Capital ha tomado la Presidencia de la República, y que ha sido ejecutada por la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) bajo la eficiente dirección del arquitecto Alejandro Montás, con el apoyo técnico de la empresa internacional Incatema Consulting, bajo la supervisión de ingenieros dominicanos del más alto nivel.

Esta gigantesca planta depuradora tendrá capacidad para descontaminar 1,200 litros por segundo de aguas cloacales residenciales producidas por 450 mil personas residentes en 37 barrios de la franja norte de Santo Domingo, incluyendo Los Ríos, Los Jardines del Norte, Cerros de Arroyo Hondo, Mirador de Arroyo Hondo, Viejo Arroyo Hondo, Cuesta Hermosa I, Cuesta Hermosa II, Isabel Villas, La Agustina, Cristo Rey, Ensanche La Fé, La Zurza, Villas Agrícolas, Villa Juana, Villa Consuelo, San Juan Bosco, Ensanche Luperón, Ensanche Capotillo, Ensanche Simón Bolívar, Las Cañitas, 24 de Abril, Villa Mella, Los Guaricanos, Sabana Perdida, Urbanización Máximo Gómez, etc., lo que implica que a partir de la fecha, los ríos Isabela y Ozama, dos de los ríos más contaminados por desechos cloacales residenciales, incluidos los desechos pestilentes que llegaban a través de la Cañada del Diablo, reducirán significativamente su carga de contaminantes orgánicos bacterianos que han hecho imposible su utilización como fuentes de agua potable, contaminación que desde hace décadas les ha convertido en fuentes de enfermedades hídricas como diarrea por gastroenteritis, amebiasis, salmonelosis, cólera, enteritis, fiebre tifoidea, shigella, poliomielitis, meningitis, hepatitis, etc., enfermedades que afectan a miles de personas pobres que consumen esas aguas cargadas de excrementos y, al mismo tiempo, consumen parte importante de los presupuestos del sector salud.

Es por esta razón que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) plantea de manera formal que por cada dólar invertido en agua y saneamiento se ahorran entre 3 y 34 dólares en salud, lo que implica que cada peso público invertido en esta nueva planta depuradora de aguas cloacales producirá un retorno de la inversión a través de grandes ahorros en el sector salud, y por tal razón el distinguido y reconocido médico Antonio Cruz Jiminián, al visitar esta planta de tratamiento, la catalogó como “el hospital más grande jamás hecho en la República Dominicana, porque esto es medicina preventiva”, y así debía catalogarla cada médico salubrista, cada médico infectólogo, cada médico gastroenterólogo, cada bacteriólogo y cada médico general, pues la proliferación de microorganismos patógenos en nuestras aguas contaminadas representa una amenaza cada vez mayor para la salud colectiva, y basta recordar el brote de cólera que en 1854 afectó a la ciudad de Londres luego de que las heces fueran descargadas en un pozo ciego cercano al pozo público que abastecía de agua en la calle Broad, el cual sentó las bases para el saneamiento básico urbano al cual hoy se le hace honor con esta planta depuradora.

Son muchas las personas e instituciones que predican, de manera permanentemente, ante la población y ante los medios de comunicación, ser defensores del medio ambiente, pero nunca se les ve referirse públicamente a la importancia capital del saneamiento ambiental de cada corriente fluvial, especialmente las corrientes fluviales vecinas al Gran Santo Domingo, quizás por estar conscientes de que los responsables de esta terrible contaminación bacteriana de nuestras aguas somos los mismos residentes del Gran Santo Domingo, quienes durante décadas nos hemos dedicado a verter nuestros desechos cloacales residenciales hacia las aguas subterráneas y hacia las cañadas, arroyos y ríos cercanos, bajo la falsa creencia de que el agua arrastra y lava toda contaminación descargada deliberadamente por la población, y bajo esa premisa errada hemos degradado totalmente nuestras aguas urbanas, tal y como en el año 2013 lo demostramos al escribir el capítulo dominicano del libro Desafíos del Agua Urbana en Las Américas, el cual fue publicado en español y en inglés por la Red Interamericana de Academias de Ciencias (IANAS).

La realidad es que más allá de cualquier discurso ambiental, la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas del Gran Santo Domingo representa el mayor problema ambiental nacional, porque en Santo Domingo todos construimos un pozo filtrante para descargar nuestros inodoros justo al lado del pozo construido para abastecer de agua a nuestra cisterna, en un subsuelo calizo poroso donde se mezclan las aguas, lo que nos lleva a bañarnos y cepillarnos con las mismas aguas que todos descargamos desde nuestros inodoros, y es por ello que la Presidencia de la República y la Dirección de la CAASD merecen la mayor felicitación que pueda otorgar toda la población, pues en una nación donde todos presumimos de ambientalistas, y donde todos nos sentimos orgullosos de predicar el respeto al medioambiente, no hay mejor ejemplo de responsabilidad ambiental gubernamental que construir y poner en servicio esta gigantesca planta depuradora de aguas cloacales que disminuirá contaminación y enfermedades.

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