Parece que tienen razón los que afirman que ante una crisis lo primero es aceptar su existencia, para poderla afrontar con éxito. Desde el gobierno, pasando por el Banco Central y siguiendo por la JCE, parecen entender que esta crisis sanitaria es como un huracán o un terremoto que pasa y solo deja daños momentáneos.
Esta crisis sanitaria es para ser asumida con sus consecuencias. Se trata de un virus que escapa a los controles medicinales conocidos. Tenemos que aprender a vivir con el virus porque permanecerá entre los humanos, aún cuando la ciencia pueda crear la cura con medicamentos. Tomará tiempo aplicarse a miles de millones de habitantes.

Algunos desean aminorar los efectos de la crisis, desconociéndola o evadiendo sus efectos; no advierten que esta afección no puede ser engañada. Otros se inclinan por mentir para crear un espejismo de percepción.

En este sentido llama la atención de una publicación del Banco Central. Ha dicho que: “La actividad económica registra un comportamiento neutral en el primer trimestre de 2020 ante COVID-19”. Usa la palabra “ante” maliciosamente; es una preposición utilizada para confundir, puesto que al decir “ante Covid-19” parecería que dice frente a la enfermedad, y ella no se sentía en el país al primer trimestre. Debió ponerle la “s” y agregar la preposición (de) para decir “antes de Covid-19”.

Los organismos multilaterales financiero y económico pronostican que hay ya una recesión que supera la del 1930. Se asegura que habrá un decrecimiento en los países de -0% en el PIB. El FMI dice que nuestro país será de -1% y CEPAL y BM que será de 0%. En consecuencia, el país no escapa a la crisis económica mundial aunque se simulen cifras.

Al mismo tiempo, el gobierno dominicano muestra una torpeza calculada para utilizar la crisis sanitaria pretendiendo beneficiar a un candidato que es carbón mojado y no prende ni a riesgo de la salud del pueblo dominicano. Está más bien, agravando la economía del aparato productivo.

Lo mismo viene ocurriendo con la JCE, que maneja el proceso electoral del 5 de julio como si fuera igual que todos los anteriores. No lo será, porque debe ir acompañado de medidas sanitarias que ofrezcan seguridad y confianza en los electores.

Organismos regionales y el partido Fuerza del Pueblo y aliados han hecho recomendaciones con el propósito de que se adopten medidas sanitarias-electorales. Pero la JCE parece acomodarse como quien espera que la pandemia y sus efectos pasen.

El país tiene establecido en la Constitución que el próximo 16 de agosto de este año es el término del período de gobierno. Salen el Presidente, la Vicepresidente, los senadores y los diputados, para darles paso a los que han de ser elegidos el 5 de julio y, en una posible segunda vuelta, el 26 de ese mes, al presidente y vicepresidente.

Dejar de lado o ignorar los efectos de la crisis sanitaria sobre el aparato productivo y comercial, es grave. Hacer lo mismo con el proceso de elección para facilitar el término del mandato presidencial y del Congreso Nacional, es crear una crisis política que haría mucho más grave la económica.

Se está a tiempo para evitar que la crisis sanitaria conduzca a una situación total de ingobernabilidad.

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