Tomo prestada la frase de mi amiga Inés Aizpún, sobresaliente periodista, quien en su artículo de ayer jueves dice que “estamos en una emergencia sanitaria, social, económica y turística”.
Explica que es turística, “porque el COVID19 ha puesto contra la pared a un sector del que dependen no solo las divisas y los grandes empresarios hoteleros. También y sobre todo el empleo de miles y la supervivencia de más de 100 mil micro, pequeñas empresas que viven del turismo y del turista”.

Su análisis es certero y lo cierra señalando: “No se respondió adecuadamente a la campaña en contra del turismo en 2019 y sin recuperación llegó el COVID19”, y ella recomienda a Luis Abinader que “la elección de su ministro de turismo es un nombramiento urgente” en el que “hay que acertar”. ¿Por qué hablar de “emergencia turística”?

Primero. Según los análisis de Oxford Economic para el Consejo Mundial de Viajes y Turismo representa más del 20% del producto interno bruto (de manera directa, indirecta e inducida).

Segundo. A diciembre del 2019, según el Banco Central, el turismo empleaba 358,365 personas. Expertos estiman que los ingresos de estos empleos impactan la vida de más de un millón de personas. En Higüey los conocedores consultados calculan que en períodos de buena ocupación los empleados del turismo venden en promedio más de US$20 mil de sus propinas.
Encuestas indican que en esta provincia cada familia tiene por lo menos 1 persona con un empleo dependiente del turismo.

Tercero. El turismo es el principal cliente del sector agropecuario. Se estima en más de US$600 millones el valor de las compras. Un estudio patrocinado por el Banco Popular encontró que el 28% de las ventas del sector manufacturero llegan del turismo, en el comercio es el 12%, y la actividad financiera el 6%. Tenemos en el país 185 mil Mipymes vinculadas a la actividad turística dispersas en todo el territorio nacional.

Cuarto. El turismo fue el destino del 20% de la inversión extranjera directa (US$5,140 millones) en los años 2010-2020 (1er trimestre). En el 2019 acaparó el 29% (US$884 millones) y en el primer trimestre de este año el 30% (US$228.8 millones).
Quinto. El año pasado ingresaron por turismo US$7,468 millones. El sector exportador (el turismo lo es, pero no se computa así en las cuentas nacionales) aportó US$11,218 millones. Entonces, los ingresos por turismo son iguales al 66% de las exportaciones. Si sacamos las zonas francas y nos quedamos con los US$4,677 millones de las llamadas exportaciones nacionales, sólo llegan al 62% de lo que nos reporta el turismo.

Sexto. En el primer semestre del 2020 recibimos 1.1 millones de turistas, pero resulta que el 81% llegó en enero-febrero y el 18% llegó en marzo, en total el 99% en enero-marzo. El COVID19 “puso contra la pared” el turismo a partir de marzo. Perdimos 1.8 millones de turistas, una caída del 61%, cifra aplastante aún comparada con el pobre desempeño de los meses enero-junio del 2019 en que se reportó un crecimiento del 2.5%. La economía perdió ingresos por más de RD$120 mil millones y el gobierno recursos fiscales directos por más de $6,500 millones.

Queda mucho más por decir. Pero esto es suficiente para confirmar la afirmación de Inés de que estamos ante una “emergencia turística”. El principal motor de la economía está apagado. Esto no afectará la mesa de los propietarios de los grandes negocios turísticos, pero está dañando la vida de millones de dominicanos.

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