Narciso Isa Conde le responde a Bosch con un artículo titulado: “Carta pública al prof. Juan Bosch a propósito de un relato inconcluso”, la cual circuló en “Hablan los Comunistas” no. 298, del 2 al 9 de junio de junio de 1983.
En esta carta el Secretario General del PCD responde cada punto al presidente del PLD. Los primeros párrafos aclaran el tema del “tren de Lenin”, tanto desde una lógica política como, obviamente, ideológica. El profesor Bosch se auto proclamaba “marxista, pero no leninista”, entonces Isa Conde le espeta que: criticamos que a nombre de un marxismo no leninista se recurriera a ese acontecimiento de la vida de Lenin para dar “apariencia revolucionaria a lo que sencillamente es una política de conciliación con las derechas” (p. 69).

Además, según Isa Conde, la referencia a Lenin buscaba justificar “una estrategia revolucionaria indefinida y considerablemente oculta”, para de esta forma “dar pasos tácticos como aquella acción conjunta con Balaguer”. Con una lamentable cercanía y colaboración con la derecha oligárquica culpable del descalabro moral y económico que vivía el país.

Más adelante, sobre la versión del profesor Bosch de que no pudo regresar al país durante la contienda de abril de 1965, por una especie de oposición imperial, aunque hizo todo lo humana y políticamente posible para ello, Isa Conde reafirma que es un relato “inconcluso”, que “no llega hasta el final y en consecuencia ni siquiera cumple con los requisitos que usted mismo establece como núcleo de la técnica del cuento: comienza bien…y llevarlo hacia su final sin una disgresión, sin una debilidad, sin un desvío”.

Y dice que el profesor Bosch debió llegar al país, aunque sea en un barquito o en una avioneta, como sí lo hizo el coronel Rafael Fernández Dominguez, quien “retornó al país el 13 de mayo de 1965 y murió en combate en las calles de Santo Domingo (…)”.
Faltandole, al líder del PLD, una especie de “valentía revolucionaria”, en vez de actuar como “valiente hasta la locura, dispuesto a tomar el cielo por asalto”. Actitud que, según Isa Conde, se explica por “su condición de político reformista, de reformador social”, y no de líder revolucionario en condiciones especiales.

Luego, afirma que Bosch se consideraba superior a Lenin y con “capacidades semejantes o parecidas a las de Carlos Marx”, auto valoraciones que “carecen de ecuanimidad”; y que, aunque el profesor Bosch tiene “méritos como escritor y como político reformista; no así (…) como revolucionario ni como estadista capaz de sostenerse en el poder”.

También, que tiene “serios errores de apreciación” y realiza “juicios absolutamente pasionales sobre el presente”. Que gobernó “en el marco del reformismo durante siete meses (y que) se dejó tumbar sin dar la pelea, sin tratar de ser “arquetipo” de gobernante que “supo gobernar” (p. 76).

Concluye que Bosch degrada la polémica al utilizar frases como: “retrasado mental” o “farsante de tomo y lomo” y que el no recurrirá “a contraacusaciones semejantes, por más insultos que reciba de su parte”.

Gran final de Isa Conde, la respuesta del profesor Bosch, obviamente, vendrá a la altura de la contienda.

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