En los medios de comunicación hacen presencia columnistas, analistas y expositores que buscan hacer reflexionar sobre los temas políticos del momento o sobre temas que ellos mismos construyen; son gestores de iniciativas para acomodar a sus patrocinadores.

Lo saben todo y como improvisadores, con osadía aconsejan. Aunque son frecuentes consejeros sobre una diversidad de temas, sobresalen los dedicados al campo político.

En sociedades como la nuestra, de relaciones primarias, donde el desarrollo de la economía y el capitalismo viene muy atrás o tardío, sobresalen los que “se la buscan”. Se trata de un comportamiento sin discriminar valores para lograr recursos económicos que le permitan mantener un estatus social.

En el campo económico se reproduce el mismo comportamiento asociado a la conducta del sicópata; es decir, a la ausencia de valores. La economía informal estimula esa característica social, por falta de controles reales. La economía informal es propia de países en proceso de acumulación originaria de capital.
El éxito más sobresaliente en los gobiernos del PLD ha sido desarrollar las fuerzas productivas y proteger al mercado económico, con indicadores macroeconómicos para un crecimiento sostenido.

Las consecuencias del crecimiento económico las observó muy temprano el profesor Bosch, al iniciar el primer gobierno del PLD, presidido por el Dr. Leonel Fernández; recuerdo que en el mes de febrero de 1998, nos dijo que la “sociedad dominicana tenía una movilidad social, igual que cuando se agita una botella de gaseosa, que se ven las burbujas moverse en toda dirección, de abajo hacia arriba y hacia los lados”.

A esa fecha el PIB del país crecía sobre los 18 mil millones de dólares, al término de ese mandato presidencial del PLD, el PIB fue entregado en el 2000 en 22 mil millones de dólares. Luego, el período del PRD, gobernado por Hipólito Mejía, descendió de nuevo a 18 mil. Sin embargo, desde 2004 al 2018, gobernando el PLD, ha crecido hasta situarse en 80 mil millones de dólares.

En los medios se refleja el debate político, la competencia económica y el encargo a comunicadores para favorecer a sus patrocinados; algunos de esos comentaristas han sido tan exitosos que llegan a exhibir sus riquezas y alcanzan altas posiciones públicas como embajadores, cónsules, legisladores y hasta ministros.

Estos actores son intérpretes de las conductas partidarias y el desenlace de hechos políticos. Son politólogos, estrategas, presumen de bien informados y tejedores de “posibles hechos originados o por ocurrir” conocidos “de muy buena fuente”. Sustentan posiciones políticas muy frágiles y cambiantes sobre los temas políticos; es que el Estado y sus instituciones es quien mueve el mercado.

Para ellos la actividad política no es ciencia ni arte, sino lo que se le ocurra con tal de favorecer a su patrocinador, situados en una función pública o en la actividad privada. Es decir, se patrocinan vocerías con propósitos de sesgarse la información; lo hacen “para buscársela “.

Actualmente se pronostican desenlaces a propósito del debate político en el PLD. Se acomodan las propuestas para acuerdos que nada tienen que ver con el interés nacional.

Cualquier salida en el PLD no puede arrastrar al Estado a la arrabalización, ni al desconocimiento a las normas constitucionales. Ni por complacer entornos ignorar los respectivos roles de quienes conjugan el obligado legado histórico de Bosch y el PLD.

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