Los actos en favor de la reelección del presidente Danilo Medina en diferentes regiones y el accionar de precandidatos y partidos estimularon la sensación de una campaña con un horizonte difuso.

La promoción del presidente Medina se activa pese a que él había alentado a casi todos los aspirantes presidenciales del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) a que lanzaran sus precandidaturas. Y tres de ellos dejaron sus obligaciones en el gobierno precisamente para dedicarse a sus proyectos. Todos se asumen bajo el manto del danilismo, como se define a la fuerza que sigue al Presidente. Pero ahora los promotores declarados de la reelección del Presidente podrían verse como otra corriente del mismo litoral. Esa campaña no concuerda con la expresa voluntad del mandatario que empujó a los precandidatos de su entorno a competir entre sí o frente al otro polo del partido liderado por el expresidente Leonel Fernández.

Más, el presidente Medina tiene una prohibición constitucional para reelegirse, y en esa perspectiva su lanzamiento puede verse como contraproducente. El año pasado, cuando Jatnna Tavárez le habló de su futuro político, prefirió postergar para el mes de marzo, ya en curso, su declaración respecto a esa cuestión.

En pocas palabras, el espectro político está encapotado y el manto que lo cubre es la incertidumbre sobre la decisión que habrá de adoptar el presidente Medina sobre su carrera política, a sabiendas de que le está prohibido aspirar a la Presidencia, sin que previamente sea abordada la reforma constitucional.

Mientras tanto, hay dos formas de ver el movimiento en pro de la reelección. Como una demostración de fuerza al interior del PLD, y con la misma presionar a sus contrarios, es decir, a los seguidores de Fernández con algún propósito; o de cara al país, como plataforma para crear un estado favorable al continuismo. Pero este último propósito no se decide en los comités o en las calles, sino en el Congreso Nacional, y con la participación de otras fuerzas políticas.

Desde cualquier punto de vista, conviene al país que el panorama sea despejado. Que el Presidente hable a la Nación sobre una cuestión esencial para la institucionalidad y el orden.

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