La Romana, crecimiento sísmicamente resistente

El pasado sábado, por invitación de la Delegación Este del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores, Codia, dictamos, en la ciudad de La Romana,

El pasado sábado, por invitación de la Delegación Este del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores, Codia, dictamos, en la ciudad de La Romana, la conferencia titulada Consideraciones geológicas, geotécnicas y sísmicas para el crecimiento vertical de la ciudad de La Romana, ya que los ingenieros, arquitectos, y desarrolladores inmobiliarios de allí, están interesados en discutir, con el mayor conocimiento científico posible, qué es lo más conveniente para el crecimiento presente y futuro de una ciudad que camina hacia la modernidad y hacia la competitividad turística, siendo hoy uno de los principales polos turísticos del país y de la región.

Allí expusimos que la ciudad de La Romana ha crecido sobre la misma plataforma escalonada de roca caliza coralina perteneciente a la Planicie Costera Oriental sobre la cual han crecido las ciudades de Santo Domingo, San Pedro de Macorís, Punta Cana y Bávaro, la cual ha emergido del fondo oceánico en los últimos 300 mil años, y que esa roca caliza rígida, formada en un arrecife tropical somero donde se acumularon colonias de Acroporas cervicornis, Acroporas palmata, Montastraeas annularis, Montastraeas cavernosas, Diplorias labyrinthiformis, etc, y que se extiende desde la desembocadura del río Haina, al oeste de Santo Domingo, hasta Nisibón, en Higüey, tiene una alta resistencia a la compresión simple, del orden de las 600 toneladas por metro cuadrado, y lo que es mejor, permite el paso de las ondas sísmicas de corte (Vs), a velocidades superiores a los mil metros por segundo, lo que impide que esas dañinas ondas sísmicas se amplifiquen y dañen las estructuras de bloques y hormigón construidas sobre estas rocas.

También demostramos que es factible el crecimiento vertical en la ciudad de La Romana, tal y como ha crecido verticalmente la ciudad de Santo Domingo, siempre que ese crecimiento vertical se concentre sobre la roca caliza rígida que aflora desde la franja litoral hasta el boulevard de la autovía de El Coral, ubicado a unos 5 kilómetros al norte del borde litoral, y como en La Romana la plataforma de roca caliza coralina se extiende en dirección este-oeste, entonces el futuro crecimiento de La Romana debe ser hacia el este y hacia el oeste, del mismo modo que el crecimiento de Santo Domingo debe ser hacia el este, el crecimiento de Boca Chica debe ser hacia el este y hacia el oeste, el crecimiento de San Pedro de Macorís debe ser hacia el este y hacia el oeste, mientras que el crecimiento de Punta Cana y Bávaro debe ser de sureste a noroeste, siempre aprovechando la mejor roca que aflora en los primeros 5 kilómetros desde la costa hacia tierra adentro.

Es innegable que las rocas calizas de esta Planicie Costera Oriental, por ser carbonatos de calcio (CaCO3), tienen la particularidad de que en presencia de aguas (H2O) acidificadas por altas concentraciones de dióxido de carbono (CO2), tienden a convertir el carbonato de calcio (CaCO3), que es insoluble en agua, en bicarbonato de calcio Ca(HCO3)2, que sí es soluble en agua, (CaCO3 + H2O + CO2 = Ca(HCO3)2), y esa alta solubilidad del bicarbonato de calcio permitió que a lo largo de miles de años se formaran grandes, medianas y pequeñas cavernas que deben ser previamente identificadas mediante georresistividad eléctrica, mediante imágenes de georradar, o mediante comprobaciones directas, siempre durante la etapa de estudios geofísicos y geotécnicos previos a los diseños de las obras, a los fines de evitar que grandes cargas puntuales puedan coincidir con huecos cavernosos con delgado techo, y evitar que alguna cimentación aislada (zapata) pueda fallar, por lo que usualmente sobre zonas cavernosas es preferible cimentar sobre plateas, para disminuir los esfuerzos unitarios sobre el terreno, y puentear pequeños y medianos huecos cavernosos que pudieren estar presentes en el subsuelo, y así minimizar posibles colapsos de zapatas aisladas que pudieran comprometer la estabilidad de la estructura, aunque algunas cavernas cercanas a la superficie son abiertas y rellenadas de bloques sanos y lechada de cemento para resolver un problema puntual.

En un territorio sísmicamente activo, como nuestra isla, donde desde 1562 hasta 2010 hemos sufrido 8 grandes y devastadores terremotos, incluyendo la devastación sísmica ocurrida en enero de 2010 en Puerto Príncipe, Haití, e incluyendo el gran terremoto de magnitud 8.1 ocurrido en Nagua en agosto de 1946, el crecimiento de las ciudades debe ser planificado en base a un Plan de Ordenamiento Territorial que comience con las caracterizaciones físicas y químicas de las rocas y suelos, siga con los usos óptimos de esas rocas y suelos, continúe con la microzonificación de las respuestas sísmicas de esas rocas y suelos, hasta llegar a las capacidades de carga, asentamientos máximos y espectros de respuestas sísmicas de esas rocas y suelos, como única forma de garantizar que nuestras ciudades sean resistentes y resilientes.

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