Se inició el 2018 con una tregua no acordada. Si asumimos la definición de tregua de la Real Academia de la Lengua es “cese temporal de hostilidades” o “interrupción, descanso”, es lo que viene sucediendo.

No se trata del cese de una oposición que confronta: penosamente esa parece no existir. Ella se queja de la presencia otorgada por el pueblo en los procesos electorales al PLD en los poderes del Estado. La tregua es en relación a la diversidad de expresiones en la vida interna del partido de gobierno. Es conocido que en torno a los dos liderazgos se manifiesta la diversidad más trascendente. Es a ese nivel que ha habido una tregua no acordada.

Vale preguntarse ¿qué hace posible esta interrupción o descanso? Tener la respuesta correcta facilita definir correctamente una estrategia. Lo primero es aceptar que ha habido repliegue que crea ese descanso “temporal de hostilidades”.

¿Por qué el repliegue? Es obvio que desde el Gobierno se estuvo a la ofensiva durante todos los años de gestión, procurando cerrarle el paso a Leonel Fernández. Ofensiva tras ofensiva, en vez de reducirlo han templado su liderazgo y a colocarlo, en un posicionamiento que le asegura al PLD retener el poder para el 2020.

¡Claro, aún faltan algunas escaramuzas o combates de poca importancia entre las avanzadillas de cada sector! De ahí los comentarios, rumores y chismes recurrentes; muchos de ellos originados en la conducta de funcionarios que alcanzaron desde el Gobierno posiciones en los organismos principales de la organización; ignoran que tienen los pies en el aire debido a su origen ilegítimo. Cuentan con recursos y tribuna mediática, pero sin apoyo partidario.

Actúan con arrogancia y atropellando, desconociendo deliberadamente los acuerdos que sirvieron de base para gerenciar la crisis interna, firmados por el CP, refrendado por el CC y por la misma Convención que aprobó la candidatura presidencial del 2016. En esos acuerdos se consignó que los mandos partidarios serán renovados en el Congreso a celebrarse posteriormente a las elecciones del 2020.

Han sido desconsiderados con titulares acreditados de secretarías, provocando endurecimientos innecesarios. Entre afectados se ha comentado que esas acciones proceden del seno mismo de quien lidera el cuerpo gobernante. Penosamente lo que hacen “dirigentes” desde los “entornos”, se le atribuye a quien ejerce el liderazgo principal.

Tranquiliza diferenciar y alejar de los líderes principales ese comportamiento. No se debe dudar que algunas de esas escaramuzas se originan en esfuerzos para propiciar un tercer candidato. Sin embargo, es más que conocido el hecho de que inventar con un tercero es un gran riesgo de salir del poder y crear el contexto para propiciar la retaliación acariciada por los que tendrán 16 años consecutivos fuera del poder.

Habrá otras escaramuzas para favorecer una negociación y dar paso a la necesaria cohabitación en el partido. Esto se irá definiendo en este año, puesto que los plazos electorales son fatales.

Es necesario apoderarse de que el repliegue se debe a esta tregua no acordada, para favorecer la racionalidad. Cualquier impaciencia o colocar el interés personal ignorando este hermoso proceso, conduce a errar, y ya lo decía el profesor Bosch, en política los errores son fatales.

Esta tregua no acordada, implícita, acomoda las fuerzas e invita a la definición, con inteligencia, del rumbo estratégico.

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