Costumbre de Imbert: retar a duelos

Recordemos que en la larga saga de Bosch y Pedro María Pimentel, en marzo de 1966, salió a relucir, mencionado por Bosch, el nombre de Antonio Imbert Barrera. Esta mención no fue del agrado de Imbert, por lo que retó a Bosch a un duelo en el campo del honor. Situación similar ocurrió en 1969. Esta vez, Homero Lajara Burgos hizo un comentario de Imbert, que a éste le pareció inadecuado. Resultado: ¡Imbert retó a Lajara a un duelo!

Todo se inició con unas declaraciones que ofreció Lajara en una entrevista que concedió al semanario Renovación, en la que acusó a Imbert de “sustentar un rango militar sin merecerlo y ser un ambicioso de poder”. A raíz de esa declaración, indignado, el general Imbert le respondió con una carta retándolo a un enfrentamiento de hombre a hombre para resolver su disensión.
Según explicaciones dadas por el mismo Imbert al periodista del Listín Diario, José Romero Rojas, su intención no era llamar la atención de todos, sino más bien resolver esa situación de manera personal. Dijo que hizo llegar una carta a Lajara en su residencia a la 1:00 de la tarde del día 15 de octubre, pero que el destinatario no respondió el mismo día.

El Caribe había recibido una copia de la misiva de Imbert y publicó una reseña de la misma el 17, párrafos de la cual se citan a continuación:

“Pretende usted, empleando esos villanos procedimientos, labrarse un fácil pedestal político, sin duda porque está usted consciente de carecer de otros méritos más sólidos y más limpios.
Es hora de que en este país se ponga término a lo que ya se va convirtiendo en inmoral costumbre, y que consiste en que personas que no tienen nada que perder denigren y agravien a ciudadanos de intachable conducta, en la convicción de que no van a ser traducidos a los tribunales, porque los gratuitamente injuriados sienten repugnancia ética por descender a los bajos niveles en que se mueven sus irresponsables detractores.

“Saben las victimas de esos groseros vituperios, no solo abundar en la defensa que acredita la calumnia, sino también que el calumniador aprovecha el prestigio moral de su adversario para inconfesables fines publicitarios.

“Quiero comenzar por decirle que nadie sabe cómo ni por qué llegó usted a contraalmirante; en cambio, todo el mundo sabe aquí, cómo cuándo y dónde yo alcancé el grado de general.

“Gracias a la gesta en que participé puede usted disfrutar de libertad y hasta ha podido, sin conocidos merecimientos osar presentarse como aspirante a la Presidencia de la República.

“Usted tiene razón: los ascensos militares se ganan en pruebas de fuego, y fue ahí, en la prueba de fuego, donde conquisté el que ostento; y que yo sepa, su paso por la Marina de Guerra Dominicana no está nimbado por ninguna clase de gestos sobresalientes.

“Creo que usted, tanto como la opinión pública, convendrá en que agravios e insultos de la naturaleza de los que usted me ha inferido, solo se dirimen, con dignidad, en el campo del honor.”

El mismo día de la entrega de la carta, en horas de la noche, Lajara viajó a Puerto Rico y luego a la ciudad de Nueva York a realizar algunas gestiones de su aspiración a la postulación a la candidatura presidencial por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), en los comicios de 1970, y estando allá, el 21 de octubre de 1969, envió un telegrama a Imbert, publicado en un periódico nacional, indicando que aceptaba el duelo, y que el mismo debía celebrarse públicamente en el Parque Enriquillo, en la avenida Duarte.

Como condición a ese enfrentamiento Lajara dijo lo siguiente “que Imbert asista solo, sin escolta, para que en esta ocasión gane ascenso militar, ya que esta vez se batirá de igual a igual”, y añadió “como no uso armas, que elija Imbert el tipo. Las manejo todas y que lleve dos”. Lajara Burgos explicó que se había enterado de ese reto a través de la publicación que hizo este diario de la carta.

Al enterarse Imbert de ese telegrama, rechazó el reto que le hiciera Lajara por considerarlo un “show político” organizado por su contrincante “con fines de obtener votos a base de su persona”.

Semanas después, la Agencia Asociada (AP) publicó que Lajara Burgos no regresaría al país por temor a ser asesinado, información que fue desmentida por el aspirante a candidato presidencial por el PRD.

Todo este conflicto de ‘dimes y diretes’ llegó a los oídos del presidente Joaquín Balaguer, quien solo se limitó a decir que ese era un asunto de “hombre a hombre” y que ellos lo podían resolver en “cualquier terreno”. Asimismo, les recordó a los rivales que el duelo estaba prohibido por la ley y que no se iba a permitir que sucediera algo así.

Luego de crearse todo este escándalo en la palestra pública, el 4 de noviembre de 1969 se anunció con bombos y platillos la llegada al país del ex jefe de la Marina de Guerra, Homero Lajara Burgos, procedente de Puerto Rico, por el Aeropuerto Internacional de las Américas, a las 10:00 de la mañana, en el vuelo 432 de la línea Pan American.

Llegado al país, Lajara anunció que venía en son de paz, dando concluida su pugna con el general Imbert, declarando que todo su interés estaba centrado en conquistar la presidencia de la República en los comicios de 1970.

Finalmente, el PRD se retiró de participar en las elecciones de 1970, por lo que las aspiraciones de Lajara Burgos de ser el candidato presidencial por ese partido no se cumplieron.

Posted in CulturaEtiquetas

Más de gente

Más leídas de gente

Las Más leídas