Miami, 1980, el inmigrante cubano Tony Montana, lleno de determinación se hace cargo de un cartel y sucumbe a la codicia. “-Verás que tu peor problema no es traer mercancía (cocaína), sino qué hacer con el dinero”. Es su primera enseñanza en el trabajo inicial al servicio de un capo. El negocio tiene sus reglas de oro: no subestimar la codicia de otro y no te drogues. Como Montana, tener una mansión es el “sueño americano” de todo inmigrante, y el guión (escrito por Oliver Stone) pone especial enfoque en los inmigrantes cubanos en Miami, dudosos a la hora de endeudarse viendo los altísimos intereses de los préstamos inmobiliarios. Pero este otro quiere algo más: “Quiero el mundo y todo lo que contiene”; como todo buen personaje este tiene en su cabeza un conflicto central que hace aflorar a cada instante toda su angustia. Su ansia por una vida sin límites, sin necesidades, y su pasado de reo en una prisión cubana va cristalizando en el presente. Ahora vive en una sociedad que se lo permite todo, sobre todo, conseguir lo que quiera por medios violentos. Tiene un discurso de odio y se alimenta del rencor. Para poder expresar esta narrativa, el filme toma todos los elementos visuales y auditivos y los pone en paralelo con los cambios en el estado de ánimo del personaje. Los personajes expresan la naturaleza con metáforas cónsonas con sus propios estados de ánimo taciturnos, que puede reinar como el elemento principal del conflicto interior y que da forma a la realidad externa en la película pero que en su desarrollo interno es el mundo interior del personaje. Al Pacino nos brinda una actuación que no nos deja vagar, y quien ponga especial atención captará la dinámica de negación de los demás, la destrucción de la existencia del otro, la construcción de la propia identidad por la destrucción de la identidad del otro. Es gracias a la falta de controles, de libertinaje sin medidas cultivados por una sociedad construida sobre un dispositivo de odio y de desprecio del otro. ¿Por qué una película de 1983 está en Netflix? Porque tiene un público que la hizo suya, y eso la convierte en un “film de culto”, ya que marcó su tiempo y es imprescindible para quien gusta del cine con personajes complejos tal cual. Merece ser visto por eso y por la magnífica actuación de Al Pacino.

HHHHH Género: drama de narcotráfico. Duración: 169 minutos

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