El premiadísimo filme muestra el carácter del joven estadounidense que “inventó” el Facebook, el hoy mítico Mark Zuckerberg, quien consiente pero no aprueba ni el libro “Billonarios por acaso, La Creación del Facebook”, de Ben Mezrich, ni el filme, pues afirma: “El mundo cinematográfico siente necesidad de contextualizar todo…”, inclusive mostrar que el principal motivo de haber creado la “red social” sería el rompimiento con su novia y no apenas un momento genial, una idea que él denomina como “cool”. En mi apreciación, Facebook, como en general todas las “redes sociales”, responde a necesidades psicosociales propias de comportamiento gregario. Me explico a continuación: Este aspecto del filme, la personalidad de su creador, es acertado: el cómo se manifiesta la relación afectiva con la creatividad que da respuesta a necesidades individuales o colectivas interactivas. Se presenta el carácter de Zuckerberg con dificultades morales de relacionamiento. El guión y la dirección aciertan en la narrativa que se despliega presurosa, sin construir psicología de personajes vecinos al protagonista del que sí presenta motivaciones y complejidades, así como el destino que le espera: un multimillonario solitario (cantaleta ideológica in situ -ser millonario no es lo malo sino la soledad con su precio a pagar-; algo que es cómodo hacer sentir y pensar por los ingenieros sociales de este status quo, cuando una cosa y la otra no tienen asidero científicamente comprobado, pero usted se traga el cuento en seco). El cine, si bien contextualiza un acontecimiento (en general el arte es reflejo poético de una sociedad contextualizada) -como cita el creador de Facebook-, al mismo tiempo explicita el por qué impugnamos a quienes no satisfacen nuestros deseos, el por qué tanto el universo masculino como el femenino coexisten en objeción permanente que mantiene ese comportamiento opresor entre uno y otro en una carrera por el poder sobre el otro (o la otra o entre pares). Lo que vemos en el filme es una sociedad de millones de seres humanos-islas, perdidos en su Shangri-la digital. Una legión de individuos con un esquema ideológico perversamente misógino y machista. El filme presenta la anulabilidad de las relaciones interpersonales. Lo que no dice, es que los destellos de genialidad e inventiva de jóvenes de sociedades como la estadounidense se malgastan en la actual configuración que vivimos donde prima la convergencia de medios que han dado nacimiento a lo que se conoce como Narrativa Transmedia, sin la cual no existiera Facebook. En Netflix como The Social Network.

HHHH Género: drama biográfico. Duración: 120 minutos.

Posted in Crítica Cine

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