La noche del magnicidio y los días posteriores de la caída del hombre más temido del país, narrados con detalle por este diario
Hoy, 64 años después, las páginas de este diario, amarillentas y gastadas por el tiempo, permiten reconstruir no solo los hechos, sino también el clima de tensión, miedo y esperanza que se respiraba en ese entonces tras el ajusticiamiento del hombre que se hacía llamar “Benefactor Nacional y Padre de la Patria Nueva”. En esta edición, con motivo a un aniversario más de este acontecimiento, la Zona Retro realiza un recorrido por los archivos periodísticos de El Caribe sobre la muerte y los días que siguieron al ajusticiamiento.
Según documentos periodísticos de la época, la noche del martes 30 de mayo de 1961, Rafael Leónidas Trujillo Molina fue eliminado en una emboscada en la carretera que conduce a San Cristóbal, por un grupo de ajusticiadores que descargaron sus armas sobre el vehículo en el que viajaba junto a su chofer, Zacarías de la Cruz, el cual recibió 60 impactos de bala, de los cuales 7 impactaron al dictador, lo que causó su muerte. Este hecho marcó el comienzo del ocaso de una de las dictaduras más opresivas del siglo XX en América Latina.
El rumor que nadie sabía cómo repetir
La noticia de la muerte de Trujillo sacudió profundamente a la nación dominicana cuando, el 1 de junio de 1961, todos los medios de comunicación informaron sobre lo sucedido. El periódico El Caribe publicó en su primera plana el titular: “Vilmente asesinado cae el Benefactor de la Patria”. Otros encabezados destacados en esa histórica portada fueron: “Su muerte llena de luto a la sociedad dominicana” y “Decretan nueve días de duelo por la muerte del Benefactor”, entre otros.
El 31 de mayo, la información del ajusticiamiento no estaba en la radio ni en los periódicos. Nadie salió a anunciarla con trompetas ni titulares. La dictadura era tan total, tan omnipresente, que incluso muerta seguía teniendo el poder de callar.
El tiranicidio fue ejecutado por un grupo de siete hombres que se propusieron ponerle fin a la dictadura de Trujillo. Esa coalición estaba conformada, por Antonio de la Maza, Antonio Imbert Barrera, Amado García Guerrero, Salvador Estrella Sadhalá, Huáscar Tejeda Pimentel, Pedro Livio Cedeño y Roberto Pastoriza.
Otros que también participaron en esta gesta patriótica fueron Luis Amiama Tió, Luis Manuel Cáceres (Tunti) y los hermanos Modesto y Juan Tomás Díaz.
En los días siguientes, el país no celebró. No gritó. No lloró. Apenas habló. Porque cuando cae un dictador que lo ha controlado todo, incluso la alegría se vuelve sospechosa.
Duelo nacional por decreto
El país despertó el 1 de junio con un llamado del entonces presidente Joaquín Balaguer a mantenerse en calma. En sus palabras, era una hora “aciaga”, y la muerte del “Generalísimo” debía tomarse como una pérdida nacional irreparable. Tras su muerte, Trujillo no fue tratado como un dictador, más bien fue presentado como un mártir, un guía y un padre que había sido traicionado.
En uno de los recortes de aquella histórica edición de El Caribe, se destaca el decreto presidencial número 6722, mediante el cual se declararon nueve días de duelo nacional por la muerte del “Padre de la Patria Nueva”. El decreto, firmado por Balaguer, argumentaba que la desaparición física de Trujillo “consternaba profundamente” a la nación y pesaba “en la conciencia ciudadana”.
La narrativa era clara: la muerte del dictador no marcaba una liberación, sino una tragedia. El culto a la figura de Trujillo permanecía intacto, incluso desde el despacho presidencial. Se ordenó a todos los ministerios y dependencias del Estado ejecutar las medidas de duelo con solemnidad, en un país donde por más de tres décadas, la voluntad de un solo hombre había sido ley.
Los Trujillo regresan al país
En otra de las noticias publicadas en la portada del 1 de junio, se informaba sobre la llegada inmediata desde París, Francia, del hijo del “Generalísimo”, el general Rafael Trujillo, hijo, y el Capitán Rhadamés Trujillo Martínez. Ambos arribaron en un avión de Air France junto a los diplomáticos Porfirio Rubirosa y Leland Rosenberg.
Ante la urgencia, los familiares fletaron un Boeing Intercontinental con capacidad para 142 pasajeros, exclusivamente para ellos, según reportó el corresponsal en París. No quisieron esperar ni un día más. El país, decían, necesitaba a la familia Trujillo en suelo patrio para liderar el duelo.
Fueron recibidos en el aeropuerto por altos funcionarios, oficiales y amigos del régimen, quienes les ofrecieron condolencias en nombre de una nación todavía atada al aparato propagandístico que Trujillo había construido.
En otro ángulo de la cobertura, el periódico elCaribe destacó en su portada del 2 de junio de 1961: “Los conspiradores tramaban crimen desde hacía meses”. La nota informativa señalaba que el atentado como fue descrito el magnicidio en ese momento, había sido planificado con más de tres meses de antelación, según una nota oficial emitido por las Fuerzas Armadas y distribuido a los medios de comunicación.
De acuerdo con ese comunicado, los “conspiradores” como se les denominaba entonces, y quienes hoy son reconocidos como los Héroes del 30 de Mayo sabían que el dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina solía visitar cada noche a su madre, doña Julia Molina viuda Trujillo. Esta residía en las proximidades del hogar de Modesto E. Díaz, hermano del ex general Juan Tomás Díaz, lo que facilitaba la vigilancia y preparación del operativo.
Otra de las noticias destacadas del 2 de junio fue la siguiente: “Sacerdote católico alberga a complicado en asesinato del benefactor de la Patria”. Según esta información, un sacerdote católico brindó refugio a uno de los implicados en el ajusticiamiento de Trujillo, lo que desató fuertes críticas de diversos sectores de la sociedad contra el religioso. Se trataba de Huáscar Tejeda Reina, quien fue ocultado en la casa curial del padre Gabriel Maduro, párroco de Santo Cura de Ars, ubicada en el ensanche Julia Molina, hoy conocido como Luperón.
En tanto que el 5 de junio de 1961, elCaribe publicó bajo el título “Agentes seguridad abátelos frente a Ferretería Read; 3 se entregan a autoridades”, esta información detallaba la captura de varios implicados en el magnicidio y la muerte de otros en enfrentamientos con las fuerzas del gobierno.
De acuerdo con la publicación, Juan Tomás Díaz y Antonio de la Maza Vásquez, principales cabecillas del atentado, murieron en un intercambio de disparos con agentes de seguridad, frente a la Ferretería Read. Otros dos fueron capturados. Entre ellos, Salvador Estrella Sadhalá y Luis Manuel Cáceres Michel, (Tunti).
Conforme explica esa nota, días anteriores, habían sido capturados Huáscar Antonio Tejeda Pimentel, Antonio Tejeda Pimentel, Roberto Pastoriza y Pedro Libio Cedeño. Mientras que el primer teniente Amado García Guerrero murió días antes, tras ser rodeado en la casa 59 de la avenida San Martín.
El régimen y su caída
Trujillo gobernó con mano de hierro desde 1930 hasta su muerte en 1961, instaurando un régimen caracterizado por la represión, el culto a la personalidad y el control absoluto del poder.