A finales de la década de 1960, la República Dominicana era vista por ciertos expertos en arte como el país con la mayor concentración de pintores en proporción a su población

La idea de que en el país había una notable cantidad de artistas se reafirmaba constantemente con la frecuente realización de exposiciones, tanto individuales como colectivas, en diversas galerías y centros culturales de la capital, así como por la continua aparición en la prensa de noticias vinculadas a la labor diaria de los pintores dominicanos.

En esta entrega, Zona Retro recuerda la destacada proyección artística que lograron los creadores dominicanos en el ámbito internacional, con especial énfasis en el Grupo Los Siete y la sinergia que los unía.

Los Siete

Se unieron con el propósito de apoyarse mutuamente en el desafiante camino hacia el éxito artístico, facilitando la realización de exposiciones tanto a nivel nacional como internacional. Además, pusieron un énfasis especial en llevar el arte a distintas comunidades del país, rompiendo con la concentración cultural que, en la segunda mitad de la década de 1960, se limitaba principalmente a la ciudad de Santo Domingo.

En los siete artistas latía un profundo deseo de superación, marcado por la influencia constante del entorno en el que vivían y por un asombro renovado ante la belleza natural de su tierra. También los impulsaba la herencia ancestral, donde las culturas de Occidente y África se entrelazaban y fundían bajo la intensa luz del trópico. A esto se sumaba una inquietud compartida, una especie de angustia interior ante los desafíos de un pueblo con el que se sentían plenamente identificados.

Este grupo de artistas, compuesto exclusivamente por hombres, encontró la oportunidad de presentar sus obras en Puerto Rico, donde logró proyectar su arte a nivel internacional en un momento en que ese tipo de visibilidad era limitada para el país.

Aunque todos se desenvolvían en disciplinas artísticas afines, cada uno poseía un estilo propio, lo que aportaba una notable diversidad al grupo.

Pintura abstracta

Guillo Pérez era el miembro más veterano del grupo, tanto por su edad como por su experiencia y trayectoria artística. Destacaba también por ser el único exponente del arte abstracto entre ellos. A lo largo de su carrera, fue reconocido en múltiples ocasiones con premios en concursos nacionales.

Pintor de tema único

Aquiles Azar sentía una verdadera pasión por el dibujo, al punto de creer que debía practicarse durante todo el día. Aunque consideraba que su obra aún estaba en una etapa inicial, un crítico extranjero llegó a decirle que tenía una “pureza en la línea como pocos”. Su estilo evolucionó de tal manera que llegó a ser considerado único, especialmente por sus bodegones compuestos por botellas, en los que lograba capturar con gran precisión la transparencia del vidrio.

Alejado de las tendencias

Jorge Severino, tanto en edad como en trayectoria, era aún joven en el mundo del arte. Aunque era un pintor figurativo, se consideraba libre de las restricciones impuestas por cualquier escuela o corriente artística. En sus obras caracterizadas por una notable economía de color, predominaban los tonos sepia, blancos y morados.

Arte con contenido social

Ramón Oviedo centró su obra exclusivamente en temas inspirados en el hombre del pueblo, en aquellos que vivían en la marginación. Encontraba una mayor riqueza plástica en sus figuras, particularmente en la vestimenta descuidada y sucia que llevaban. “El atuendo formal del hombre me parece una armadura”, expresó el pintor, entonces de 43 años, quien solía inspirarse en las escenas cotidianas de los mercados de la capital para crear sus obras

Cándido Bidó junto a su obra “Bodegón con auyama” (1969).

La esencia popular

Con apenas 33 años, Cándido Bidó ya había realizado ocho exposiciones individuales, recibido varios premios y alcanzado un notable éxito comercial. Se enmarcaba dentro de la corriente expresionista figurativa, centrada principalmente en la figura humana, aunque ocasionalmente también pintaba paisajes y bodegones. Prefería trabajar con óleo, aunque en ocasiones utilizaba tinta china para sus dibujos.

La atracción por lo mínimo

José Cestero se identificaba como expresionista y utilizaba de manera intencional y consciente los objetos más inusuales y materiales poco convencionales para crear una técnica artística única.

Exageración deliberada

José Ramón Rotellini, único escultor del Grupo de los Siete, tenía 27 años y era egresado de la Escuela de Bellas Artes. Su trabajo se enmarcaba dentro de la corriente neofigurativa. Además de dedicarse a la escultura, también cultivaba el dibujo y la pintura.

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